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sábado, octubre 15, 2016

“La literatura es un lugar para explorar y explotar"

Es la manera de narrar que la escritora Fernanda García Lao revela en Muerta de hambre, la novela reeditada por Emecé el último julio. En ella, el absurdo y un cuerpo obeso se confabulan para contar la historia de María Bernabé, una adolescente devenida en mujer que devora a la par que interpela.
La entrevista con Rosario3.com

Por Maricel Bargeri


Comer hasta estallar es una de las estrategias que sostiene María Bernabé. Deglutirlo todo –lo que se mastica y lo que no – hasta que la piel se deshilache en su intento de “contener” tanta humanidad.

La (auto) provocación es uno de los tantos intentos que la protagonista de Muerta de hambre, la novela de Fernanda García Lao, revela en primera persona. En la narración, el humor permite asomar a la soledad, el amor, el desamor, el sexo, la comida y lo incomprobable de unos recuerdos.

La editorial Emecé relanzó el título el último agosto, después de que la primera y segunda edición (El cuenco de plata 2005 y 2006, respectivamente) estuvieran agotadas desde hace unos años.

“Es triste para cualquier escritor que sus libros no existan”, dijo Fernanda García Lao a Rosario3.com, para quien "la literatura es un lugar para explorar y explotar; un lugar para ser incorrectos."

Y Muerta de hambre lo prueba.

La autora contó que la idea del libro –Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes– surgió a partir de una experiencia actoral: “Iba a hacer de gorda y me construyeron un cuerpo de gomaespuma. Estaba escribiendo los monólogos cuando, a partir de esa experiencia física tan contundente, empecé a asociar más poéticamente lo que significa el cuerpo, cómo el cuerpo nos narra. Es como ponerse en el lugar: uno implica también una forma. Uno es por su aspecto. Se construye.”

En la trama, el absurdo y la grasa corporal se confabulan para narrar la historia de una adolescente devenida en mujer capaz de pergeñar una venganza contra el mundo –que emparda con las estrafalarias fantasías de Ignatius Reilly– al tiempo que devora todo lo que la rodea, incluso a ella misma. Un cuerpo grueso como instancia discursivo digestiva.

“Creo que cualquier exceso se empata un poco con la carencia. Hay algo muy poderoso en este tiempo que nos toca vivir en relación al cuerpo, al castigo del cuerpo; al cuerpo como objeto de mercadeo. Y creo que una manera de protestar era siendo así de feroz”, sostuvo la también autora de Carnívora (Emecé, 2016), un libro de poemas.

En tal sentido, explicó que “el exceso en la palabra, emparentado con el exceso de grasa, constituían parte de la estrategia poética.”




Escritura, memoria e historias

Muerta de hambre está estructurada en dos partes: vida e “intento de obra”: “Así como ella es inmensa, su obra es mínima”.

Y hay una condición que subvierte cualquier atisbo de culebrón: “Bernabé habla en primera persona y nadie puede negarla.”

Es en esos recortes personales y “su” debate entre lo real, lo posible y lo onírico es que quien lee desarrolla una avidez por la cual no puede (ni quiere) dejar de roer páginas.

Para la autora, resultaba “muy tentador trabajar con ese recurso de dudar de la memoria”: “Me parece que para vivir, vas olvidando. Hay memoria descartable que dura sólo unos minutos. “

Escribir también puede ser una forma de memoria. De hecho, la lectura de la novela le recuerda a García Lao el “espacio” en que fue concebida–una separación– y cómo: “Con el estómago medio apretado y hecho un nudo. Y bastante flaca. Era como depositar en otro cuerpo eso que a mí me pasaba.”

“Yo entiendo así la literatura –continuó–, como un lugar para explorar y explotar; un lugar para ser incorrectos. Todos los temores, miedos y crisis, existenciales o vitales, son materia de mi trabajo. Creo que ser escritor es un poco ponerse a prueba todo el tempo, Si no, no tiene mucho sentido. No es solamente contar historias.”

lunes, agosto 08, 2016

Muerta de hambre (fragmento)



Cerca del plato


”Yo no era nada, por lo tanto,
podía permitírmelo todo”
Witold Gombrowicz



1.
He sido gruesa y desgraciada desde que tengo memoria. En mis sueños, sin embargo, llevaba cascabeles o meaba en un frasco, alocadamente.
Me recuerdo corriendo por las praderas inmaculadas de mi infancia siendo infeliz y transpirando. Tenía secretos escondidos detrás del sillón. Cosas inservibles pero frescas. Tijeras y cucharitas de postre. Las pasaba por mi cara siempre acalorada por la furia de ser y pensar como una gorda de treinta y nueve años.
Mis padres se escabullían en fiestas y en viñedos y yo fumaba los restos que dejaba la empleada, en el cenicero de servicio.
El hecho de no tener hermanos me dio la libertad de ser desgraciada sin testigos. Pero observaba con rencor a la familia numerosa que vivía enfrente. Allí ninguno era imprescindible. Si faltaba algún miembro, nadie lo echaba en falta.
En mi caso la presencia era un factor determinante. Mis padres pasaban revista a mis orejas cada mañana.
Los días de mi niñez eran una sucesión de momentos interminables y sin cierre. Todo se alargaba más de lo normal. La noche se recostaba sobre la mañana y juntas caían sobre la tarde sin definir claramente sus límites.
En mi casa había habitaciones donde era de día y otras donde la luna brillaba sobre los mármoles. También los climas eran simultáneos. Mi madre prefería el balcón de invierno y mi padre, la calidez de los cuartos de baño. Yo gozaba de la indefinición templada del salón de juegos.
Después de tomar el jugo de naranjas recién exprimidas, probaba las mermeladas sobre diversos tipos de panes crudos o tostados. Dedicaba horas a la deglución matinal. Un vecino me pasaba a buscar y me trasladaba hasta el colegio. Es un dato importante porque siempre fui a colegios lejanos. Recorríamos media provincia y afortunadamente esperaban mi presencia para comenzar las clases. El vecino era un taxista sin papeles, que siempre lavaba el auto.
Recuerdo mi cuerpo deformado, peleando su libertad contra la tela cuadriculada. Sentía las miradas de desprecio en cuanto descendía del automóvil. Mis compañeros eran altos y rubicundos. Todos con los dientes perfectos y con olor a crema de enjuague.
Sin embargo esas magníficas piezas debían esperar a que la gorda inaugurara la jornada escolar. Siempre tuvimos contactos en el ministerio.
Yo destacaba en gimnasia a pesar de mi tamaño. Era muy resistente. Corredora de fondo. Siempre quedaba segunda porque el primer puesto era rotativo, pero yo no.
Nunca pude saltar el potro por un tema psicológico. Así que cuando se armaba la fila, me iba al baño.
Fui una alumna mediocre. Mis cálculos eran aproximados. No vas a necesitar de las matemáticas, era la frase que repetía la inútil de turno, bajo el delantal blanco.


2.
Tengo la boca llena de hambre. Sin embargo mi cuerpo está demasiado pesado para seguir engullendo. He aumentado varios kilos en los últimos días. No soporto lo nítido de la existencia: mis rollos se confunden con el sillón donde estoy encajada.
La señora que me ayudaba se fue hace miles de postres. Ahora pido todo por teléfono. Creo que soy el primer caso, en esta ciudad de esqueletos vengativos, que se ha fijado un objetivo tan grasiento. Quiero estallar.
Mi cuerpo es mi discurso. Espero que alguien me entienda.


3.
La primera vez que vino la hija del taxista a jugar a mi jardín dijo: ¡Una plaza! Y no volvió a dirigirme la palabra. Estuvo tres horas tirándose por el tobogán y hamacándose con rabia. Ese era mi problema. Demasiado rica para la clase media, demasiado gorda para la clase alta. Pensé en crear un club y puse anuncios que diseñó mi profesor particular que era arquitecto y lampiño. Pero nadie respondió a la convocatoria. Era la única en mi situación. Inmensa en todos los sentidos. Igual me hice presidenta y socia honoraria. El profesor también diseñó mi carné de socia que hasta tenía banda magnética y código de barras. Lloré mucho el día en que se juntaba la comisión directiva. Recién en ese momento me di cuenta de que estaba sola. Quemé el carné, la gorra, los banderines y el póster, junto a los montículos de hojas secas que dejó el jardinero.


4.
Como mi padre trabajaba constantemente, mi madre no lo necesitaba. Faltó a mi nacimiento y creo que tampoco estuvo en mi concepción. Él tenía los ojos verdes, la piel lechosa y los pies planos. Yo sin embargo me parezco al jardinero. Soy oscura.
Mi madre cantaba en el coro de la iglesia y se hacia brushing. Pesaba la mitad que yo. Nadie podía explicarse cómo había logrado parirme. Jamás nos acariciamos ni me dijo nada bueno. Por otra parte en mi casa nunca se personalizó ninguna conversación. Se usaba la elipsis, la sinécdoque o el silencio.
Cuando cumplí siete años me sorprendieron con un triciclo con música que me trajo mi padre de Estados Unidos. Era un aparato inmenso y llamativo que además tenía luces y cable, lo que me obligaba al mismo recorrido inútil para no desenchufarme. Los chicos del barrio se amontonaban en la reja para verme dar vueltas al cantero de magnolias.

martes, agosto 02, 2016

Muerta de hambre, el regreso




“Llega María Bernabé y todo se detiene. El lenguaje se carga, dispara la lectura. Su historia desaforada refleja algo de la nuestra. Reímos y la risa se transforma en algo más. Muerta de hambre crece como una criatura con vida propia en la cabeza del lector. Y ahí queda para siempre, gracias a la escritura iluminada de Fernanda García Lao.”
- Esther Cross

“Muerta de hambre está tramada como una novela digestiva y encuentra en el terreno gastronómico un símbolo fértil de temas tan heterogéneos como las luchas sociales, el erotismo, la locura y la muerte. Su protagonista es una adolescente tardía a quien la vida hizo dura o, más precisamente, gruesa. Y está encerrada en el vicioso círculo de su triángulo existencialista: vive para comer, come para escribir y escribe para vivir. Sus escasos vínculos amorosos o de parentesco están imbuidos de esa metáfora que abarca toda la novela: el vampirismo. Cada personaje tiene el objetivo de devorar a sus contrincantes.”
- Juan Pablo Bertazza

“Nadie como ella para narrar lo absurdo. No hubo, no hay ni habrá otra igual. Fernanda García Lao es la escritora más rara de la literatura argentina.”
- Silvina Friera

viernes, junio 17, 2011

Muerta de hambre




Se consigue en las librerías:
Prometeo Palermo, Eterna Cadencia, Crack up, Libros del pasaje.
En la página de la editorial:
www.elcuencodeplata.com.ar
Y a partir de la semana que viene en todos los locales de Cúspide.
No se duerma. Pocos ejemplares...

lunes, marzo 28, 2011

verdades inservibles

(ASEVERACIONES CAPRICHOSAS)


1.
Un amante no debe estar metido en una caja.

2.
Cada vez que llueve recuerdo tus pies.

3.
Alguna vez fuiste tan hermoso que dabas miedo. La belleza induce al asesinato.

4.
Cambié la cama de lugar y encontré una puerta. Los muertos me enviaron su diario de navegación.

5.
La nenita mala era un ratón. La nenita buena, un pedazo de queso.

6.
Quiero participar de tu enfermedad y ser parte de tu dolencia.
Invítame a la tuberculosis.


(extracto de Muerta de hambre)

jueves, enero 07, 2010

Ord&Bild och Cervantes

I samband med Ord&Bilds nummer om ny Latinamerikansk litteratur, hålls en paneldiskussion på Cervantes Institutet i Stockholm onsdagen den 13, klockan 18.30. Ulf Eriksson, Marika Gedin och Martin Engberg diskuterar under Torbjörn Elenskys ledning. Samtalet kommer att simultantolkas på spanska.
Välkomna!
Tid: onsdag den 13 klockan 18.30
Plats: Cervantes Institutet Bryggargatan 12A Stockholm
www.tidskriftenOrdoBild.se



Ord&Bild y el Cervantes.
En relación al número de Ord & Bild dedicado a la literatura latinoamericana, se celebrará una mesa redonda en el Instituto Cervantes en Estocolmo, el miércoles 13 de enero, a las 18:30.
Ulf Eriksson, Marika Gedin y Martin Engberg conversarán con Elen Torbjörn Sky.
Habrá traducción simultánea al español.

lunes, diciembre 21, 2009

Dödshungrig (Muerta de hambre)

"Jag har varit tjock olycksdrabbad sa länge jag kan minnas. Ända kunde jag drömma om att bära bjällror eller pissa vilt i en flaska.
Jag minns hur jag sprang över barndomens obefläckade ängar, olycklig och svettig"

(Principio de Muerta de hambre, publicado en Suecia por Ord & Bild, 2009
Traducido del castellano por Annakarin Thorburn)

lunes, noviembre 30, 2009

muerta de hambre, en Suecia








La revista de cultura sueca Ord&bild dedica su último número a la literatura latinoamericana contemporánea.

"Roberto Bolaño era sólo el comienzo - hay mucho, mucho más.
No hay literatura en el mundo tan vital como la que hoy se produce en América Latina. En nuestra literatura sueca contemporánea los autores a menudo tratan de racionalizar un sólo aspecto en cada libro: puede que sea el experimento y la conciencia del lenguaje, la ficción o la crítica social, el realismo psicológico, o el documental y los libros biográficos.
Los escritores de América Latina no tienen este extraño respeto por el género. Sus textos exploran al máximo sus posibilidades, en unas cuantas páginas. Textos que violan todas las convenciones de género, en rebelión contra el realismo mágico, mientras empujan las posibilidades de la prosa".

Det finns ingen annan litteratur i hela världen som är lika vital som den latinamerikanska idag. I vår samtida svenska litteratur strävar ofta författarna efter att renodla en aspekt i varje bok: man får antingen experiment och språkmedvetenhet eller fiktion eller samhällskritik eller psykologisk realism eller dokumentära och biografiska böcker. De latinamerikanska författarna har inte alls denna märkliga respekt för genrerna – eller är det feghet? en självpåtagen begränsning? – här finns texter som drar på till max trots att de bara är några sidor långa, texter som spränger alla genrekonventioner, som under politiskt tryck och i revolt mot den magiska realismen tänjer på prosans möjligheter. Roberto Bolaño var bara början – här finns mycket, mycket mer. Men varför ta oss på orden? Läs själva.

Torbjörn Elensky, gästredaktör
http://www.tidskriftenordobild.se/


Para este número especial, han traducido a gran cantidad de autores por primera vez al sueco. Muerta de hambre aparece en Suecia gracias a Annakarin Thorburn.

domingo, noviembre 29, 2009

La dernière goutte

La dernière goutte es una editorial de Estrasburgo.
Traducirán y editarán en Francia Muerta de hambre y La perfecta otra cosa.

"La dernière goutte aime le verbe, les mots, ce qui claque, ce qui fuse, ce qui gifle et qui griffe et qui mord. Les contes cruels, les dialogues acides.
Et les images aussi, irréelles, contrastées, vénéneuses et absurdes.
La dernière goutte met en selle des rêves éveillés qui hachurent la réalité d’un sentiment d’étrangeté.
Elle défend des textes aux univers forts, grotesques,
bizarres ou sombres.
Les romans et nouvelles qu’elle publie
reflètent la beauté
qui miroite dans l’ombre".

www.ladernieregoutte.fr

viernes, agosto 21, 2009

Elsa Drucaroff, sobre Muerta de hambre

Querida Fernanda, finalmente leí tu novela. Me tomé mi tiempo, es cierto, pero es que el corpus es inmenso y siempre se anteponía algo que era urgente. Ahora estoy saldando las cuentas pendientes porque ya estoy en la última parte del ensayo.

Me gustó mucho tu libro, es original, intenso y tiene un lenguaje fuerte. Creo que lo que lo vuelve muy original es que existe una tendencia en la escritura femenina a mirarse el cuerpo, el interior, a trabajar con la angustia subjetiva (algo muy justificado, por otra parte, porque la condición de mujer en este mundo es siempre incómodoa, angustiosa y como "desviada" de una normalidad que es siempre masculina), pero lo que vos hacés ahí es construirlo desde el humor, lo esperpéntico, lo delirante. En general esa tendencia se resuelve en escrituras poéticas y dolientes, en tu obra eso pasa de un modo diferente: hay angustia, hay dolor, pero con esa pátina constante de autoironía y de ironía hacia el mundo, y de juego.

Tu obra tiene una violencia sórdida y divertida a la vez, es una mezcla extraña. Lo que no es extraño a la narrativa de tu generación es el humor y la ironía (...)Trato de precisar lo extraño en Muerta de hambre: no es el humor, no es la ironía ni el sarcasmo, es la mixtura de eso con el dolor genuino, el amor, la poesía y el cuerpo. No es un libro livianito (a veces ese humor sirve a los escritores de estas generaciones nuevas para revolotear por superficies sin tocar nada dramático, no está bien o mal, todo depende, pero es así): es denso y por momentos a mí me angustió mucho.

Hay cosas que trabajás acá que se engarzan notablemente con mis líneas de lectura del corpus: una realidad que siempre se deshace y no se puede entender, un pasado que no se comprende, una posición existencial en la que el mundo es hostil e incomprensible y adultos que no pueden más que pensar en guardar sus secretos, masticar sus derrotas y ocuparse de ellos. Es raro, sacadas del contexto narrativo de tu novela, hay párrafos enteros que podrían ser epígrafes de ideas que yo tengo sobre la narrativa argentina de postdictadura.

Te hago una sola objeción: me parece que hay a veces momentos reiterativos, pequeños textos, en general poéticos, que repiten demasiado la misma idea. No me refiero a los instantes narrativos en que una misma escena vuelve a ocurrir, con mínimas variantes, eso está buenísimo, es pesadillesco, me refiero sobre todo a partes del final donde la narradora se lamenta un poco de más, se mira un poco el ombligo y me parece que el libro hubiera ganado sacando esos párrafos, no son muchos.

Última cosa: un alumno mío escribió una monografía muy interesante comparando las drogas en la literatura psicodélica, beatnik, en fin, en la moderna, y las drogas en la literatura de hoy. Llegaba entre otras cosas a la conclusión de que lo que antes se veía como un instrumento para el conocimiento y la híper sensibilización transgresora, ahora aparece para perderse, para salvarse del cuerpo, para irse, para neutralizarse, para salvarse de sufrir y de sentir. Me impresionó mucho que la comida, en tu novela, tuviera mucho más esa función que otra. No es la novela de una gorda que ama morfar, no hay ese placer delicioso en la carne masticada, en tragar, en incorporar. Se come con una compulsión angustiosa, se come para morir, se come para matar, se come de odio porque este mundo es una mierda, eso es extraordinario.

Un beso, seguimos en contacto, Drucky.

A continuación , la traducción al francés de la carta de Elsa, cortesía de Irene Meyer:
Elsa Drucaroff, à propos de “Muerta de hambre” (de Fernanda García Lao)
Chère Fernanda, j'ai finalement lu ton roman, j'ai mis le temps, il est vrai, mais le corpus est immense et il y avait toujours quelque chose qui s'interposait ou de plus urgente, maintenant je suis en tain de solder les comptes pendants parce que je suis dans la dernière partie de l'essai,

Ton livre m'a beaucoup plu, il est original, intense et à un langage fort. Je crois que ce qui le rend tellemnt original est qu'il existe une tendance dans l'écriture féminine à regarder le corps, l'intérieur et travailler avec l'angoisse subjective ( quelque chose de très justifié, par ailleurs, parce que la condition de femme dans ce monde est toujours inconfortable, anxiogène et comme “dévié” d'une normalité qui est toujours masculine), mais ce que tu fais ici est de le construire depuis l'humour, le grotesque, le délirant. En général cette tendance se résout dans des écritures poétiques ou pleureuses, dans ton œuvre cela se passe d'une manière différente: il y de l'angoisse, de la douleur, mais avec cette patine constante d'auto-ironie et d'ironie envers le monde, et de jeux.

Ton œuvre à une violence sordide et est très amusante en même temps, c'est un mélange étrange. Ce qui n'est pas étrange dans les récits de ta génération c'est l'humour et l'ironie (…) . J'essaye de préciser l'étrange dans “Muerta de Hambre”: ça n'est pas l'humour, ça n'est pas l'ironie ni le sarcasme, c'est le mélange de tout cela avec la douleur vraie, l'amour, la poésie et le corps. Ce n'est pas un livre léger, léger (parfois cet humour sert aux écrivains des générations nouvelles, pour voltiger sur les surfaces sans toucher à rien de dramatique, ça n'est pas bien ou mal, cela dépend, mais c'est ainsi): c'est dense et par moments il m'a beaucoup angoissé.
Il y a des choses sur les quelles tu travailles ici, qui s'enchâssent parfaitement avec mes lignes de lecture du corpus: une réalité qui se défait toujours et qu'on en peut entendre, un passé qu'on en peut comprendre, une position existentielle dans laquelle le monde est hostile et incompréhensible et des adultes qui en peuvent faire autrement que garder leurs secrets, ruminer leurs défaites et ne s'occuper que d'elles. C'est étrange, sorties du contexte narratif de ton roman, il y a des paragraphes entiers qui pourraient être épigraphes d'idées que j'ai sur le récit argentin de l'après-dictature.
Je ne te fais qu’une seule objection : il me semble qu’il y a parfois des moments répétitifs, petits textes, en général poétiques, qui répètent trop la même idée. Je ne me réfère pas aux moments narratifs ou une scène se répète avec des variantes minimes, ça c’est très bon, c’est cauchemardesque ; je me réfère surtout aux parties, près de la fin, où la narratrice se lamente un peu trop, se regarde un peu trop le nombril et il me semble que le livre aurait gagné en enlevant ses paragraphes ; il ne sont pas nombreux.
Dernière chose : un de mes élèves a écrit une monographie très intéressante comparant les drogues dans la littérature psychédélique, beatnik, en fin, moderne et les drogues dans la littérature d’aujourd’hui. Il arrivait, entre autres, à la conclusion qu’avant on la voyait comme un instrument pour la connaissance et l’hypersensibilisation transgressive, alors que maintenant elle apparaît pour se perdre, pour s’évader du corps, pour s’en aller, pour se neutraliser, pour échapper à la souffrance et au sentiment. Ce qui m’a beaucoup impressionné dans ton roman, est que la nourriture aurait beaucoup plus cette fonction qu’une autre. Ce n’est pas le roman d’une grosse qui aime se bâfrer, il n’y a pas ce plaisir délicieux de la viande mastiquée, de l’avaler, de l’incorporer. On mange avec une compulsion angoissante, on mange pour mourir, on mange pour tuer, on mange par haine parce que ce monde est une merde, et c’est ça qui est extraordinaire.

(Merci, Irene)

martes, diciembre 09, 2008

truco tecnológicoliterario

Resulta que si hacemos clik sobre la foto de La perfecta otra cosa (a la derecha de su pantalla), o sobre Muerta de hambre, aparecemos adentro de los libros, por arte de google.
Según la explicación pertinente, sólo se muestra el 40% de cada libro. ¿Beneficio o afano?

Afano,sinón. hurto

viernes, julio 04, 2008

Muerta de hambre, fragmento






Cerca del plato


”Yo no era nada, por lo tanto,
podía permitírmelo todo”
Witold Gombrowicz



1.
He sido gruesa y desgraciada desde que tengo memoria. En mis sueños, sin embargo, llevaba cascabeles o meaba en un frasco, alocadamente.
Me recuerdo corriendo por las praderas inmaculadas de mi infancia siendo infeliz y transpirando. Tenía secretos escondidos detrás del sillón. Cosas inservibles pero frescas. Tijeras y cucharitas de postre. Las pasaba por mi cara siempre acalorada por la furia de ser y pensar como una gorda de treinta y nueve años.
Mis padres se escabullían en fiestas y en viñedos y yo fumaba los restos que dejaba la empleada, en el cenicero de servicio.
El hecho de no tener hermanos me dio la libertad de ser desgraciada sin testigos. Pero observaba con rencor a la familia numerosa que vivía enfrente. Allí ninguno era imprescindible. Si faltaba algún miembro, nadie lo echaba en falta.
En mi caso la presencia era un factor determinante. Mis padres pasaban revista a mis orejas cada mañana.
Los días de mi niñez eran una sucesión de momentos interminables y sin cierre. Todo se alargaba más de lo normal. La noche se recostaba sobre la mañana y juntas caían sobre la tarde sin definir claramente sus límites.
En mi casa había habitaciones donde era de día y otras donde la luna brillaba sobre los mármoles. También los climas eran simultáneos. Mi madre prefería el balcón de invierno y mi padre, la calidez de los cuartos de baño. Yo gozaba de la indefinición templada del salón de juegos.
Después de tomar el jugo de naranjas recién exprimidas, probaba las mermeladas sobre diversos tipos de panes crudos o tostados. Dedicaba horas a la deglución matinal. Un vecino me pasaba a buscar y me trasladaba hasta el colegio. Es un dato importante porque siempre fui a colegios lejanos. Recorríamos media provincia y afortunadamente esperaban mi presencia para comenzar las clases. El vecino era un taxista sin papeles, que siempre lavaba el auto.
Recuerdo mi cuerpo deformado, peleando su libertad contra la tela cuadriculada. Sentía las miradas de desprecio en cuanto descendía del automóvil. Mis compañeros eran altos y rubicundos. Todos con los dientes perfectos y con olor a crema de enjuague.
Sin embargo esas magníficas piezas debían esperar a que la gorda inaugurara la jornada escolar. Siempre tuvimos contactos en el ministerio.
Yo destacaba en gimnasia a pesar de mi tamaño. Era muy resistente. Corredora de fondo. Siempre quedaba segunda porque el primer puesto era rotativo, pero yo no.
Nunca pude saltar el potro por un tema psicológico. Así que cuando se armaba la fila, me iba al baño.
Fui una alumna mediocre. Mis cálculos eran aproximados. “No vas a necesitar de las matemáticas”, era la frase que repetía la inútil de turno, bajo el delantal blanco.


2.
Tengo la boca llena de hambre. Sin embargo mi cuerpo está demasiado pesado para seguir engullendo. He aumentado varios kilos en los últimos días. No soporto lo nítido de la existencia: mis rollos se confunden con el sillón donde estoy encajada.
La señora que me ayudaba se fue hace miles de postres. Ahora pido todo por teléfono. Creo que soy el primer caso, en esta ciudad de esqueletos vengativos, que se ha fijado un objetivo tan grasiento. Quiero estallar.
Mi cuerpo es mi discurso. Espero que alguien me entienda.


3.
La primera vez que vino la hija del taxista a jugar a mi jardín dijo: ¡Una plaza! Y no volvió a dirigirme la palabra. Estuvo tres horas tirándose por el tobogán y hamacándose con rabia. Ese era mi problema. Demasiado rica para la clase media, demasiado gorda para la clase alta. Pensé en crear un club y puse anuncios que diseñó mi profesor particular que era arquitecto y lampiño. Pero nadie respondió a la convocatoria. Era la única en mi situación. Inmensa en todos los sentidos. Igual me hice presidenta y socia honoraria. El profesor también diseñó mi carné de socia que hasta tenía banda magnética y código de barras. Lloré mucho el día en que se juntaba la comisión directiva. Recién en ese momento me di cuenta de que estaba sola. Quemé el carné, la gorra, los banderines y el póster, junto a los montículos de hojas secas que dejó el jardinero.


4.
Como mi padre trabajaba constantemente, mi madre no lo necesitaba. Faltó a mi nacimiento y creo que tampoco estuvo en mi concepción. Él tenía los ojos verdes, la piel lechosa y los pies planos. Yo sin embargo me parezco al jardinero. Soy oscura.
Mi madre cantaba en el coro de la iglesia y se hacia brushing. Pesaba la mitad que yo. Nadie podía explicarse cómo había logrado parirme. Jamás nos acariciamos ni me dijo nada bueno. Por otra parte en mi casa nunca se personalizó ninguna conversación. Se usaba la elipsis, la sinécdoque o el silencio.
Cuando cumplí siete años me sorprendieron con un triciclo con música que me trajo mi padre de Estados Unidos. Era un aparato inmenso y llamativo que además tenía luces y cable, lo que me obligaba al mismo recorrido inútil para no desenchufarme. Los chicos del barrio se amontonaban en la reja para verme dar vueltas al cantero de magnolias.

Taller en Billar de Letras: Inventario (im)personal

CURSO DE NARRATIVA INTERNACIONAL Comienza con: Fernanda García Lao (Argentina) Inventario (im)personal: Narrar desde los objetos. Memori...