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martes, enero 05, 2021
Out of the cage, García Lao
Out of the Cage opens in 1956, in Argentina, with the freakish death of Aurora Berro, and descends into a dark philosophical exploration of humanity and mortality. In the midst of her family’s celebration of a national holiday, an LP, careening through the air like a “demented boomerang,” severs her jugular. Her family— an agglomeration of perversions, deformities, and obsessions—seems at first not to notice, singing on. Aurora is left behind in a voyeuristic limbo as an omniscient first-person narrator, to observe the depravity of her family and reflect on the farce of her life and human existence.
Fernanda García Lao has been called “the strangest writer of Argentine literature,” and in Out of the Cage, she lives up to that distinction. The book is saturated in strangeness, a blend of formal experimentation, eroticism, grotesque theatricality, and dark humor that evokes the absurdist fictions of Witold Gombrowicz and the style of Silvina Ocampo. The result is a macabre and fantastic vaudeville, a tragicomedy, a kind of Dadaist opus against ideas of eternal beauty and fixed identity, against absolute concepts and universality.
Fernanda García Lao has been called “the strangest writer of Argentine literature,” and in Out of the Cage, she lives up to that distinction. The book is saturated in strangeness, a blend of formal experimentation, eroticism, grotesque theatricality, and dark humor that evokes the absurdist fictions of Witold Gombrowicz and the style of Silvina Ocampo. The result is a macabre and fantastic vaudeville, a tragicomedy, a kind of Dadaist opus against ideas of eternal beauty and fixed identity, against absolute concepts and universality.
jueves, octubre 15, 2015
Fuera de la jaula, fragmento

El día de mi muerte estaban todos. El invierno se había detenido y giraba sobre sí mismo como un tornado. Era una fecha patria, no recuerdo cuál, pero estábamos exultantes. Había enormes escarapelas cosidas a la ropa, a las cortinas, al pecho. Chorreaban nuestros corazones en límpidos destellos. Y reíamos.
Yo amaba ese tipo de celebraciones. La abundancia en el vestir, en el decir, me hacían sentir histórica.
Yedra había planchado las camisas y los trajes pálidos de mis hijos. Vestían iguales, bajo lema.
Antes de ir al Puerto a recordar la hazaña olvidada, salimos al patio trasero para cantar el himno. Arriábamos la bandera con cualquier excusa. Nuestro delirio marcial ya no sorprendía al vecindario. El oído plano de esa gente sin patria había incorporado los clarines y estridencias de las batallas que inflábamos contra la amnesia, con la sumisión típica de la clase acobardada.
Esa mañana, el Coronel y yo nos ubicamos en fila india. Él adelante, yo no. Yedra, a un costado, controlaba el tocadiscos. ManFredo, un poco más lejos, observaba el sol o su contrario.
Desde el cuartito de revelados, los ojos grises de Lana brillaban en la oscuridad.
Cantábamos con la mirada fija en el norte, corridos, con el eje rengo. Las palabras amargas y el aliento recién levantado caían sobre las baldosas frías. Yo decía Vamos, con fuerza. Pero nadie me escuchaba. Mi familia cantaba sin fervor. Las antiguas glorias sonaban cada vez más aguadas, más chirles. La única que cantaba con encono era yo. Exageraba los finales para demostrar mi capacidad pulmonar. También gesticulando era excesiva. Marcaba el compás con el pie derecho, taconeando para sostener el ritmo. Porque si no, el grupo se caía. No es fácil liderar tanta sordera.
Sin embargo, ese día había nacido para la tragedia. En la mitad de una frase, al purpurado cuello, un imponderable provocó mi silencio. Y después, el declive.
De algún modo, un LP se clavó en mi yugular como un bumerán demente. Y no entendí quién o qué me lo había lanzado. Tal vez, la poética sangrienta de la frase se había encarnado en mi cuello. Ensangrentada, dije algo que nadie entendió, mientras un coágulo manchaba mi vestido. Me brillaron las pupilas encandiladas de muerte y después me agité. Los ojos se detuvieron en pleno vuelo y quedaron aleteando sin ver, llenos de imágenes de la familia —que ausente— se derretía como manteca al fuego. Ellos seguían cantando despacio, imperturbables.
Fue tan inesperada y hermosa mi muerte que, por un instante, nadie reparó en ella. Ni siquiera yo.
—La señora está rara —dijo Yedra, de pronto.
Perdí el equilibrio y el Coronel quedó paralizado. Man se tapó los ojos. Fredo sonrió como un quiste abierto.
Domingo le ordenó a Yedra que detuviera el tocadiscos que giraba inútilmente. El lado B, versión de la Policía Federal del ’45, se había terminado. En mi cuello goteaban sus corcheas. Así me terminaron. El patriotismo duele. Una crueldad consciente y desquiciada le tira en contra.
—¿Se suicidó? —preguntó el Coronel temblando.
—No sé, me estaba acomodando una media —contestó Yedra.
Man miró a la izquierda, Fredo a la derecha. Nadie, nada. Sólo algunas bolsas de plástico danzaron sugerentes junto a la medianera.
Una lluvia ligera se descolgó del cielo en el instante en que el Coronel lloró. Le había entrado una basura en el ojo.
Se miraron y no supieron qué. Finalmente, Yedra reaccionó y llamó a la doctora Heine, que vivía a la vuelta. Nadie quería tocarme. Tuvo que ser ella la que me sacara el disco del cuello.
En el LP, quedaron algunos montículos secos, costritas mortales que nadie vería. Si lo hubieran escuchado, la púa se habría detenido frente a esas elevaciones de leucocitos muertos. Al purpurado cuello, al purpurado cuello. Pero nunca quisieron escuchar mi muerte.
El Coronel prometió encontrar al asesino, pero la complejidad de la tarea terminó dejándolo afuera de la investigación. Sin haberla comenzado.
miércoles, julio 22, 2015
Nada está al derecho
Planeta Urbano
Julio 2015
Por Eugenia Zicavo
Ni alta ni en el cielo, Aurora es un fantasma genial y habita en una novela del absurdo.

Aurora está muerta. Estaba cantando la canción de la bandera y en mitad del acorde de “al purpurado cuello”, un elepé se clavó en su yugular como un búmeran desquiciado.
Cayó ensangrentada, irreparable. Su marido, el Coronel Domingo, la lloró un rato y luego la vida familiar volvió a su curso. Pero Aurora sigue ahí, como un fantasma inmaterial y benévolo, para ser testigo y narradora de su vida sin ella. En Fuera de la jaula (Emecé), Fernanda García Lao construye un universo delirante y surrealista, con una prosa cercana a la poesía, en la que la forma y la musicalidad empatan al contenido.
Allí, cualquier situación en apariencia inofensiva puede volverse inquietante, logrando que aparezca la risa con los eventos más trágicos y que se anude la garganta con lo que se suponía que iba a ser un paso de comedia. Sus personajes lo dicen todo: Man/Fredo, un hijo bicéfalo al que los médicos intentaron “separar”; Yedra, una mucama particular, y Lana Carne, una criatura fabricada por el Coronel, remedo de Frankenstein del subdesarrollo ideado para su placer. Y por supuesto, ella, Aurora, la que antes de no ser fue amante de políticos y actriz en un espectáculo en el que sufría las embestidas de una enana sobre el escenario, antes de ser “descubierta” por su esposo militar. En una trama que honra la mejor tradición de la literatura del absurdo, Fuera de la jaula es un experimento inusual que mezcla referencias a los distintos períodos del peronismo con críticas a la idea del “ser nacional” y los simbolismos patrios, con una mirada impiadosa hacia la religión y una burla a la muerte. Una novela que confirma una vez más a Fernanda García Lao como una de las plumas más poderosas y originales de la escena literaria actual.
Julio 2015
Por Eugenia Zicavo
Ni alta ni en el cielo, Aurora es un fantasma genial y habita en una novela del absurdo.

Aurora está muerta. Estaba cantando la canción de la bandera y en mitad del acorde de “al purpurado cuello”, un elepé se clavó en su yugular como un búmeran desquiciado.
Cayó ensangrentada, irreparable. Su marido, el Coronel Domingo, la lloró un rato y luego la vida familiar volvió a su curso. Pero Aurora sigue ahí, como un fantasma inmaterial y benévolo, para ser testigo y narradora de su vida sin ella. En Fuera de la jaula (Emecé), Fernanda García Lao construye un universo delirante y surrealista, con una prosa cercana a la poesía, en la que la forma y la musicalidad empatan al contenido.
Allí, cualquier situación en apariencia inofensiva puede volverse inquietante, logrando que aparezca la risa con los eventos más trágicos y que se anude la garganta con lo que se suponía que iba a ser un paso de comedia. Sus personajes lo dicen todo: Man/Fredo, un hijo bicéfalo al que los médicos intentaron “separar”; Yedra, una mucama particular, y Lana Carne, una criatura fabricada por el Coronel, remedo de Frankenstein del subdesarrollo ideado para su placer. Y por supuesto, ella, Aurora, la que antes de no ser fue amante de políticos y actriz en un espectáculo en el que sufría las embestidas de una enana sobre el escenario, antes de ser “descubierta” por su esposo militar. En una trama que honra la mejor tradición de la literatura del absurdo, Fuera de la jaula es un experimento inusual que mezcla referencias a los distintos períodos del peronismo con críticas a la idea del “ser nacional” y los simbolismos patrios, con una mirada impiadosa hacia la religión y una burla a la muerte. Una novela que confirma una vez más a Fernanda García Lao como una de las plumas más poderosas y originales de la escena literaria actual.
lunes, mayo 25, 2015
lunes, julio 28, 2014
La muerte le sienta bien
CRONISTA.COM
Cartelera
28/07/2014 | 08:00

La muerte más exótica de la historia de la literatura se llevó en un giro inesperado la vida de Aurora Berro, la protagonista de “Fuera de la jaula”, la nueva novela de Fernanda García Lao (Emecé).
Con el cuerpo aún sangrante, su conciencia se liberó y como alma en pena, vaga confundida e indolente por la casa familiar. “Me falta el cuerpo. Antes era una niña tórrida, ahora soy una mujer fallida, una muertita a medias, ni cruda ni cocida”, dice Aurora, que parece no haber perdido el humor ni muerta: “No soy sólido ni líquido, algo así como un vaporcito”.
La mujer se siente libre de esa jaula que fue su cuerpo, de la vida en sí: opina sin filtros acerca de su pálido matrimonio, de sus singulares hijos. Pero también es esa misma situación la causante de sus nuevos pesares.
Es que en este estado, puede ver lo poco que sus familiares extrañan su ausencia y los secretos que se tejieron a sus espaldas.
Su marido “el Coronel”, con el cuerpo aún tibio de su mujer, reemplazó carne y hueso por metal y madera: posee una autómata a la cual somete carnalmente (si es que podemos llamarlo así) una y otra vez.
“El introduce su armamento en todas las hendijas de ella, que gira como rosca engrasada. Lana se retuerce y sacude la espalda. Parecen arco y flecha. Dan ganas de aplaudir, si hubiera con qué”, dice el ánima de Aurora testigo incorpórea del acto.
Tampoco lloran la desaparición física de su madre los dos hijos que comparten un sólo cuerpo. Las mitades del bicéfalo ManFredo están más ocupadas en una pugna de conflictos psicológicos y fisiológicos. Según la analista de ambos, la desaparición del otro, tener privacidad y desahogar sexualmente la mitad del cuerpo correspondiente, “No va a ser nada fácil, habrá que probar”.
Sólo la enigmática criada Yedra y la hermana de Aurora, Buda, parecen preocupadas por investigar las circunstancias inusuales de la muerte, aunque Buda esté perdiendo la fe de a poco.
Este es solo un ápice de lo que sucede en el comienzo de esta destacada y extravagante quinta novela de Fernanda García Lao. La autora de “La piel dura” y “Vagabundas” volvió a las librerías con una novela surrealista y de un desatado humor negro que profana con gusto a instituciones como la familia, el matrimonio, las buenas costumbres. También algunas profesiones y grupos de la sociedad son blanco de la escritura de García Lao.
Algo de este estilo de la escritora mendocina pudo verse ya en su anterior libro de cuentos “Cómo usar un cuchillo”, donde proponía algunos relatos desde puntos de vista insólitos, pero aquí con el de la etérea Aurora, llega a un nivel extremo.
La novela es un deleite para el lector que disfrute con el cruce que propone de esos dos géneros con lo morboso y esa predilección de la autora por lo enfermizo, lo truculento. Una fascinación por lo malsano que teje cicatrices, deformidades. Por los cuerpos anómalos, sus limitaciones e imitaciones.
Aunque el personaje principal es Aurora, con el correr de las páginas aparecen las voces de los demás personajes a través de anotaciones y diarios personales que Aurora puede husmear.
La narración allí se torna algo sinuosa, aunque es terreno fértil y situación ideal para descolocar al lector en un desconcierto de voces.
"Fuera de la jaula" está dividida en tres partes que corresponden a tres momentos importantes de la historia del peronismo. Aparecen guiños políticos hacia sus líderes históricos y también los hay cinéfilos. Ambos suman tanto relaciones como incógnitas en el lector y afilan un novela de escritura tan original como descarnada e ineludible.
El próximo 8 de Agosto a las 20 hs. será la presentación oficial en Alamut Libros, Borges 1985, Caba. La autora dialogará con Silvia Hopenhayn con entrada libra y gratuita sujeta a capacidad de la sala.
(Para ir a la nota, click en el título)
Cartelera
28/07/2014 | 08:00

La muerte más exótica de la historia de la literatura se llevó en un giro inesperado la vida de Aurora Berro, la protagonista de “Fuera de la jaula”, la nueva novela de Fernanda García Lao (Emecé).
Con el cuerpo aún sangrante, su conciencia se liberó y como alma en pena, vaga confundida e indolente por la casa familiar. “Me falta el cuerpo. Antes era una niña tórrida, ahora soy una mujer fallida, una muertita a medias, ni cruda ni cocida”, dice Aurora, que parece no haber perdido el humor ni muerta: “No soy sólido ni líquido, algo así como un vaporcito”.
La mujer se siente libre de esa jaula que fue su cuerpo, de la vida en sí: opina sin filtros acerca de su pálido matrimonio, de sus singulares hijos. Pero también es esa misma situación la causante de sus nuevos pesares.
Es que en este estado, puede ver lo poco que sus familiares extrañan su ausencia y los secretos que se tejieron a sus espaldas.
Su marido “el Coronel”, con el cuerpo aún tibio de su mujer, reemplazó carne y hueso por metal y madera: posee una autómata a la cual somete carnalmente (si es que podemos llamarlo así) una y otra vez.
“El introduce su armamento en todas las hendijas de ella, que gira como rosca engrasada. Lana se retuerce y sacude la espalda. Parecen arco y flecha. Dan ganas de aplaudir, si hubiera con qué”, dice el ánima de Aurora testigo incorpórea del acto.
Tampoco lloran la desaparición física de su madre los dos hijos que comparten un sólo cuerpo. Las mitades del bicéfalo ManFredo están más ocupadas en una pugna de conflictos psicológicos y fisiológicos. Según la analista de ambos, la desaparición del otro, tener privacidad y desahogar sexualmente la mitad del cuerpo correspondiente, “No va a ser nada fácil, habrá que probar”.
Sólo la enigmática criada Yedra y la hermana de Aurora, Buda, parecen preocupadas por investigar las circunstancias inusuales de la muerte, aunque Buda esté perdiendo la fe de a poco.
Este es solo un ápice de lo que sucede en el comienzo de esta destacada y extravagante quinta novela de Fernanda García Lao. La autora de “La piel dura” y “Vagabundas” volvió a las librerías con una novela surrealista y de un desatado humor negro que profana con gusto a instituciones como la familia, el matrimonio, las buenas costumbres. También algunas profesiones y grupos de la sociedad son blanco de la escritura de García Lao.
Algo de este estilo de la escritora mendocina pudo verse ya en su anterior libro de cuentos “Cómo usar un cuchillo”, donde proponía algunos relatos desde puntos de vista insólitos, pero aquí con el de la etérea Aurora, llega a un nivel extremo.
La novela es un deleite para el lector que disfrute con el cruce que propone de esos dos géneros con lo morboso y esa predilección de la autora por lo enfermizo, lo truculento. Una fascinación por lo malsano que teje cicatrices, deformidades. Por los cuerpos anómalos, sus limitaciones e imitaciones.
Aunque el personaje principal es Aurora, con el correr de las páginas aparecen las voces de los demás personajes a través de anotaciones y diarios personales que Aurora puede husmear.
La narración allí se torna algo sinuosa, aunque es terreno fértil y situación ideal para descolocar al lector en un desconcierto de voces.
"Fuera de la jaula" está dividida en tres partes que corresponden a tres momentos importantes de la historia del peronismo. Aparecen guiños políticos hacia sus líderes históricos y también los hay cinéfilos. Ambos suman tanto relaciones como incógnitas en el lector y afilan un novela de escritura tan original como descarnada e ineludible.
El próximo 8 de Agosto a las 20 hs. será la presentación oficial en Alamut Libros, Borges 1985, Caba. La autora dialogará con Silvia Hopenhayn con entrada libra y gratuita sujeta a capacidad de la sala.
(Para ir a la nota, click en el título)
lunes, julio 21, 2014
jueves, julio 03, 2014
Fuera de la jaula

Punta de flecha
El día de mi muerte estaban todos. El invierno se había detenido y giraba sobre sí mismo como un tornado. Era una fecha patria, no recuerdo cuál, pero estábamos exultantes. Había enormes escarapelas cosidas a la ropa, a las cortinas, al pecho. Chorreaban nuestros corazones en límpidos destellos. Y reíamos.
Yo amaba ese tipo de celebraciones. La abundancia en el vestir, en el decir, me hacían sentir histórica.
Yedra había planchado las camisas y los trajes pálidos de mis hijos. Vestían iguales, bajo lema.
Antes de ir al Puerto a recordar la hazaña olvidada, salimos al patio trasero para cantar el himno. Arriábamos la bandera con cualquier excusa. Nuestro delirio marcial ya no sorprendía al vecindario. El oído plano de esa gente sin patria había incorporado los clarines y estridencias de las batallas que inflábamos contra la amnesia, con la sumisión típica de la clase acobardada.
viernes, junio 27, 2014
Fuera de la jaula, en julio en librerías
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Fernanda García Lao – FUERA DE LA JAULA – emecé – Cruz del Sur
“Estoy a un costado de la realidad y es tan dulce no participar, ser testigo.”
Fuera de la jaula comienza con la muerte inesperada de su protagonista. En plena celebración patriótica, un elepé se incrusta en el cuello de Aurora mientras entona la canción a la bandera. Aunque en el “delirio marcial” la acompañan el marido, coronel retirado, el hijo bicéfalo y la mucama insolente, ninguno repara en su muerte. Transfigurada en narradora, Aurora deviene testigo incorpóreo de su propia ausencia mientras Lana Carne, una criatura fabricada por el coronel, ocupa su lugar. Desde un más allá cercano, la conciencia de Aurora interpreta una realidad habitada por personajes atípicos y situaciones de un erotismo absurdo.
Fuera de la jaula, relato fechado, induce a una lectura alegórica que coincide con tres momentos clave del peronismo: el 56, el 75 y el 89. Historia íntima que contiene en lo doméstico los reflejos de lo colectivo, interpela las instituciones básicas, que se ven reducidas al ridículo y la impostura. La patria, la familia, el matrimonio, el arte, la maternidad, el amor, el deseo, las relaciones filiales son simulacros perversos que enmascaran la abyección, la mentira y la violencia.
Mediante una escritura feroz, Fernanda García Lao construye una trama hilarante y surrealista, narrada con lirismo brutal y humor negro por la voz desesperada de una muerta.
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