martes, junio 30, 2015

Amor invertido: Eros desencadenado

RADARLIBROS
DOMINGO, 28 DE JUNIO DE 2015

Novela erótica que apela a los recursos del género y a los aires libertinos para buscar cuestionarlos y trascenderlos, Amor invertido es también la experiencia paródica y gozosa, íntima y abierta de escribir a cuatro manos. Eso es lo que hicieron Guillermo Saccomanno y Fernanda García Lao partiendo de un intercambio de mails impuesto por la distancia, diseñando los primeros pasos de una trama que se fue desplegando mediante la incorporación de citas y lecturas diversas. Así, del Marqués de Sade y el misticismo erótico a Apollinaire y Alejandra Pizarnik desfilan en esta propuesta flamante y más que singular en la narrativa argentina.





Por Juan Pablo Bertazza

Los buenos libros son una aguja invisible y milagrosa que une continentes devastados, territorios sin costura que parecen haber perdido todo punto de encuentro. Amor invertido, la flamante novela erótica escrita por Guillermo Saccomanno y Fernanda García Lao, es un libro de coger incesante, un texto de coser extremo que con una mano sostiene la genitalidad (en el marco de una literatura que se cree desinhibida pero, secretamente, quizás no sea tan adepta al sexo) mientras, con la otra, esboza una teoría del amor.

Una obra a cuatro manos brutal y descarnada –incorrecta, monstruosa y anterior al malestar de la cultura– que se burla de las convenciones y hasta de la propiedad intelectual (mientras, en otro mundo, alguien padece absurdas consecuencias por engordar libros ajenos), pero al mismo tiempo constituye un grito, un himno obsesivo y casi patológico del estilo literario.

No sólo por la metódica concentración en su propio fraseo sino también por el enorme arco de citas literarias que exhibe y evoca: la mítica colección de la sonrisa vertical, el libertinaje francés con la troupe del Marqués de Sade, Apollinaire y los poetas simbolistas, el misticismo erótico que va de Sor Juana hasta la duquesa de Newcastle, la correspondencia sexual de Joyce a Nora Bernacle o de Lugones a Aglaura, por nombrar sólo algunos polvos memorables.

LA TERCERA POSICION

Sexo y carne hasta las entrañas que linkea no con el amor platónico pero sí con el amor según Platón, de la misma forma que, a veces, se dan juntos el sexo y el amor. El banquete, la obra más literaria del filósofo, en la que los invitados del victorioso poeta Agatón pronunciaban cada uno un elogio acerca del eros, constaba de dos partes bien delineadas: la primera más lúdica y superficial correspondía a los sofistas, mientras que la segunda, que incluía la propia posición de Sócrates y un ingreso a la escena inolvidable de Alcibíades borracho, estaba plagada de pathos, de gravedad.

La transversalidad de Amor invertido, lejos de implicar concesión, logra ir hasta el fondo. Todo lo que tiene de vital la novela es literario y todo lo que tiene de literario es vital: se empezó a escribir poco después de que los escritores se conocieran en una edición del Festival Azabache. Pronto, Fernanda García Lao viajó a Francia y entonces convinieron en escribirse una serie de mails que fueran tramando una historia, una escritura conjunta hecha con pulsiones y paciencia porque, al igual que en los juegos de mesa, había que esperar el turno, y responder de acuerdo con lo que el otro escribía. Como El banquete, Amor invertido consta de dos partes bien diferenciadas: la primera es epistolar, impresionista y extrovertida a partir de la cual los amantes Fernand y Guillemette se intercambian de manera desesperada sus respectivas experiencias sexuales al mismo tiempo que comparten los primeros efectos de un intercambio de corazón al que los sometió el doctor Ferretti, padre de ella, generando así un verdadero trastorno de género. Y la segunda parte, más intimista y reconcentrada pero al mismo tiempo expresionista y gótica, servirá como escenario del enfrentamiento que mantienen los amantes con el perverso viviseccionista Ferretti, un personaje extraño que va en el libro de menor a mayor, obsesionado a su vez por descubrir el origen del deseo.

“Lo primero que hicimos cuando nos conocimos fue intercambiar libros: yo le di Cámara Gesell y ella Cómo usar un cuchillo, que me gustó porque es como un Cortázar dark. Uno no podría escribir con alguien que no admira y no siente su par, me había pasado con Breccia y Carlos Trillo pero hasta ahora nunca con una mujer. El pacto era: te mando un capítulo y vos me lo contestás. Por lo que agarramos velocidad y por día escribíamos dos capítulos, yo estaba entre Gesell y Buenos Aires y la guacha me levantó la apuesta. La novela estuvo en total dos años yendo y viniendo hasta que, en un momento, barajamos la idea de usar un seudónimo que enseguida desechamos: ya habíamos escrito con la impunidad del seudónimo, no era necesario mantenerlo. Después ella volvió y yo me fui a Gijón y Barcelona, ahí nos pusimos de acuerdo en que lo epistolar se había gastado y empezamos la segunda parte que la terminamos en Gesell, en enero, mientras todos estaban de vacaciones”, revela Saccomanno desde un escenario casi opuesto al que describe: una tarde invernal porteña, en su departamento del Bajo.

“El hecho de que estuviéramos cada uno en un continente cuando recién nos conocíamos le daba cierto toque de tragedia al asunto, cierta desesperación por conquistar al que no está, una estrategia paralela y literaria para que no se apague el fuego. Por otro lado, si en lugar de haber viajado a Francia hubiera ido a otro lugar, la novela habría sido otra, el terreno signó la escritura. Yo al menos es la primera vez que tengo noticia de que se cree la figura del emisor y receptor a partir de dos cabezas distintas en la ficción. Además hay muchos libros donde falta la respuesta del otro, y si la persona no es conocida no podés tener ni idea de qué es lo que respondió. No se podía planear nada porque dependía de lo que él me escribiera para ver qué me disparaba a mí, y entonces pensaba ¿qué le escribo a este hijo de puta? Creo que esa pulsión de no saber cómo seguir, de participar en la escritura del otro, llega hasta la curiosidad del lector por fijarse qué carajo puede pasar después en el libro. Pero él puso de alguna manera el tono porque escribió la carta inaugural”, asegura Fernanda García Lao entre mates y cigarrillos.

Es cierto: como habla primero, esa primera carta habla dos veces y estructura la historia de dos amantes –Fernand y Guillemette– a los que un perverso científico les intercambia el corazón. Ese trasplante cardíaco que, por supuesto, viene a cumplir la fantasía de muchas canciones de amor que expresan su deseo de poseer o intercambiar literalmente el corazón del otro, genera una serie de confusiones entre los protagonistas que, a todo esto, tienen que lidiar con la distancia y la permanente excitación del otro: ¿el hombre con corazón de mujer sigue siendo hombre?, ¿dónde termina uno y dónde empieza el otro?

La consecuencia mayor, responde la propia novela, pasa por avivar aun más el fuego: “... el cambio no hizo más que agravarnos en la calentura y la curiosidad de sentir lo que sentía el otro, internarse en sus sueños, bucear en lo profundo de sus contrariedades y acceder a un éxtasis cósmico de convulsiones y fluidos sin nombre”.

Esa posición intermedia que tan bien construye Amor invertido, la tercera posición entre los dos amantes, entre hombre y mujer, es la que parece mirar hacia Platón porque el amor en El banquete no es bello ni bueno pero tampoco feo ni malo, sino intermediario entre lo mortal y lo inmortal, entre los hombres y los dioses. Como hijo de Poros (la riqueza) y de Penia (la pobreza) Eros anda descalzo y carece de hogar, duerme siempre en el suelo, acostándose en las puertas y en los caminos pero a la vez es valeroso y diligente, un cazador temible que siempre urde alguna trama, apasionado por la sabiduría. A diferencia del amor absoluto de los cristianos, el amor según Platón nunca es absolutamente rico ni absolutamente pobre, es en todo caso como el filósofo, a mitad de camino entre la sabiduría y la ignorancia.

Los amantes sacrílegos de Amor invertido son exiliados del coito, “hijos de siete leches” como reza el refrán, que no dejan de coger nunca, ni siquiera recién preñados en un apestado prostíbulo de Lisboa, “un laberíntico colmenar prostibulario en el que ofrecen sus servicios putas y travestidos”, y que solo creen o intentan creer en el dios de los cogedores, también están siempre de viaje, siempre a mitad de camino entre dos estados, entre dos identidades: “Nómades, estuvimos anclados. Náufragos, nunca nos extraviamos”; “quedará demostrado que somos humanos en proporción mínima y que, el atributo mayor de nuestro físico, reflejo del alma, es este hocicar desbocado por las calles”.

De la misma forma, la escritura de Amor invertido significa una intersección entre la obra de Saccomanno y de Garcia Lao, novela contemporánea a dos libros intensos y celosos en términos de composición como lo son, otra vez la rima, otra vez la sintonía, Terrible accidente del alma y Fuera de la Jaula.

¿Cómo creen que se puede ubicar esta novela en relación con sus respectivos libros individuales?

F.G.L.: –Yo llevo mucho tiempo escribiendo burradas pero en editoriales menos visibles, por lo que pasaron más desapercibidas. Este libro lo veo súper mío a pesar de que sólo lo es en un cincuenta por ciento y sin él nunca lo habría escrito porque esa lógica de pregunta y respuesta con dos cabezas implica incorporar un otro a tu escritura. Sin embargo, en cuanto al universo que muestra lo siento muy cercano porque tiene humor negro, absurdo y mucho cuerpo, es un libro sacrílego, que pone en tela de juicio determinados valores morales, propone básicamente el juego de coger por amor a la cogida.

G.S.: –Siempre me acuerdo que ya en la trilogía que escribí, el Profesor Gómez le chupaba la pija a un albañil de construcción en el año ‘55 mientras le decía qué será de nosotros sin el General. En ese entonces todos me preguntaban si yo era gay porque contar algo así implicaba serlo. Yo creo que asumir la perspectiva de una mina después de Flaubert y Molly Bloom es una pelotudez pero ponerte a escribir con una mina asumiendo el papel de mina con corazón de hombre te lleva a otro lugar porque entonces aparece la escritura de los cuerpos, y la escritura es puro deseo. Fijate que en la novela hay solo uno o dos encuentros entre ellos, es todo chamuyo.

DE TINTA SOMOS

Pero yendo aun más lejos, ese erotismo tan corrosivo como irreversible que atraviesa toda la novela y que deja a los amantes a mitad de camino entre cualquier condición, podría pensarse que es también un valor supremo que reemplaza a cualquier divinidad y buena costumbre humana, algo que queda en evidencia cuando ella le cuenta a él de forma brutal cómo resolvió el dilema entre ser madre y amante: “Preferí ser amante voraz que madre abnegada: si la amamanté a ella en el burdel lusitano se debió más a el gusto que me daba su boquita en los pezones que por deber maternal. Fue entonces que la imaginé chupando su pija, amado mío.”

Muy pocas convenciones o normas del contrato social pueden quedar incólumes cuando la propia fórmula de despedida de las misivas (que, a su vez, y en un mismo gesto parodian las cartas de los viajeros del siglo XIX, entre absenta y exposición universal de París, quizá riéndose de los estrechos márgenes del lenguaje contemporáneo) es tan poco formal: “de una muchedumbre, circunstancialmente, pero en lo íntimo suya siempre”; o “Uno de estos días me quitaré la vida pronunciando su nombre. Pero antes, como ahora, en este instante, me quitaré otra leche”.

“Yo creo que no hay muchos antecedentes de algo así, porque esta novela tiene un tono de aleluya que no tiene ‘El fiord’ de Lamborghini, es decir, estábamos atentos a cómo se podía llegar a leer este libro en la literatura argentina, yo creo que en buena parte de la literatura argentina se coge con la luz apagada. El otro día leía a un joven escritor argentino que hablaba casi en términos del busto prominente y las piernas bien torneadas, qué falta de calentura que tienen algunos”, se queja Saccomanno que vuelve a sonreír al recordar que “a pesar de que le llevo unos años a la compañera, un momento muy divertido fue cuando descubrimos que los dos habíamos leído a Henry Miller a la misma edad”.

“Es un libro que nadie esperaba y menos de nosotros dos. Es cierto que la distancia de tiempo, esa cosa decimonónica, nos permitió ser más explosivos, escribir fuera de los márgenes de lo contemporáneo, volver hacia atrás. Para mí la novela está muy en sintonía con La bucanera de Pernambuco o Hilda la polígrafa o incluso Los poseídos entre lilas, esos escritos de Pizarnik en tono de solfa. El chiste era que a él le iban a retirar el premio de ciudadano ilustre que le dieron en Gesell cuando lo perdonaron después de haber escrito Cámara Gesell”, recuerda García Lao y anuncia que la pareja ya está escribiendo un segundo libro muy distinto de éste pero aún no pueden adelantar sobre qué.

¿Hacer este libro les hizo pensar algo con respecto al tema de género?

F.G.L.: –A mí la literatura femenina me suena a blanda y pasiva, quiero decir que si fuera hombre creo que escribiría lo mismo que hago ahora, además lo que me interesa precisamente es el permiso para olvidarme de mí.

G.S.: –Y está todo muy mitificado lo de literatura masculina y femenina, yo creo en la buena o la mala literatura: Mrs. Dalloway se publica casi en paralelo con El sonido y la furia, entonces ¿dónde está ahí el cambio? Claramente, en el lenguaje.

¿Más allá de este libro ustedes le asignan a la literatura un valor erótico?

G.S.: –Yo sí, pero yo ya no tengo el nivel de calentamiento al leer literatura erótica que tenía de joven, cuando era pibe me calentaba muchísimo Nana de Zola y ni hablar de la escena del carruaje en movimiento de Madame Bovary. Además, cuando los libros se vuelven objetos de culto finos pierden su cosa de papel rugoso y áspero. A esta altura del partido, el erotismo consiste en ese instinto de vida que es escribir. También es romper con la cosa facha y machista de Cincuenta sombras de Grey, libros de sexo normativo y disciplinario, ¿cómo hay mujeres que se pueden mojar con ese tipo de literatura? Un poco lo que hablamos es que el libro esté en un lugar inaccesible de la biblioteca para que no puedan encontrarlo fácil los chicos, vivimos en un lugar pacato, este es un país donde la Iglesia aún hoy tiene un peso muy fuerte.

F.G.L.: –No entiendo la literatura si no tiene contenido erótico, o sea, es al revés: la literatura que no me interesa es la que siento que no le pasa a nadie, la que pasa en una cabeza fría en un plano de abstracción absoluta. Para mí la literatura es erótica, el primer cuento, que es el de Adán y Eva, es erótico. Para mí los libros tienen que tener una mezcla de lo erótico y lo siniestro, ¿cómo vas a obviar lo erótico en un libro? Es como obviar la existencia, venimos de un apareamiento básicamente. Cuando yo leía Miller mi madre me perseguía con “El Aleph”, a mí Borges me parecía un jugador de ajedrez brillante pero inerte y me calentaba mucho más Arlt porque el tipo estaba vivo. La palabra “sádico” viene de Sade, “masoquismo” de Masoch, la literatura le presta su potencia al lenguaje, la literatura no sólo no refleja, sino que incluso modifica la realidad.

Además de Fernand, Guillemette, el doctor Ferretti, y los innumerables terceros involucrados, otro de los personajes importantes de Amor invertido, es el de Madame de Staël, una misteriosa y perversa mujer que dice ser descendiente de la célebre escritora amada y odiada por Stendhal. En su obra Corinne (1807), la verdadera Madame de Staël tiene un hallazgo: “No hay persona, creo yo, que no tenga en el fondo de su alma una idea singular y misteriosa acerca de su propio destino”.

El furibundo erotismo de Amor invertido podría pensarse así, como una interpretación de a dos acerca del enigma máximo, es decir, como un medio para llegar a la creación. En ese sentido, se trata de una novela absolutamente erótica que, sin embargo, trasciende su propio género para transformarse en algo distinto y aun más singular y extraño: una novela de coger sobre el amor como condición de escritura, cuya última y más valiosa esencia es una frase que se repite, a manera de mantra, a manera de deseo, en varios pasajes del libro: “Si la tinta fuera semen...”.

martes, junio 23, 2015

AMOR INVERTIDO Saccomanno/García Lao x Ale López

Amor invertido: "Hubo un momento donde los dos estilos se fusionaron"

Como un juego literario que surgió para no perder el contacto entre viajes de trabajo, la pareja Guillermo Saccomanno y Fernanda García Lao escribió Amor invertido, una novela epistolar e impúdica sobre dos amantes separados tras una cirugía de intercambio de corazones, un hecho que los llevará por travesías desenfrenadas en la búsqueda del otro, pero también del goce sexual irrestricto que rescata elementos clave de la novela libertina.
TELAM
22.06.2015
15:50
Leticia Pogoriles


En una entrevista sobre este lanzamiento de Seix Barral, García Lao (Mendoza, 1966) y Saccomanno (Buenos Aires, 1948) intercalan pareceres, se complementan, debaten y cierran una idea, consolidando el espíritu de su primer libro juntos, la primera novela "libertina" escrita por una pareja argentina. "No hay una pareja que haya logrado una misma fisonomía de estilo", dice él en diálogo con Télam sobre Amor invertido, donde las marcas individuales son inhallables.

Hace un par de años se conocieron en un festival literario, intercambiaron libros y se vieron algunas veces más, a la semana, ella partía rumbo a Europa por trabajo. "Me propuso que escribiéramos ficción, aprovechando la distancia, y pergeñamos la idea que fueran cartas por correo. Estaba esa sorpresa de esperar la correspondencia y ver cómo contestaba. Se creó eso de la espontaneidad de la escritura", cuenta ella.

Ni a pedido, ni por encargo sino por el mero placer de jugar, ambos enfilaron por la cornisa de la voluptuosidad sexual, el humor y el malditismo y crearon algo que va más allá de la erótica, un libro inclasificable que pendula entre dos tiempos, dos géneros -el femenino y el masculino- dos corazones y dos deseos. Sus protagonistas, Guillemette y Fernand, huyen de París con los corazones cambiados, las cartas cargadas de carnalidad van y vienen, superando cualquier barrera moral, mientras una trama oscura se cierne en cada uno.

"Son dos herejes, dos huérfanos, dos heridos, dos dañados, que escapan, se desean pero mientras tanto cometen tropelías", cuenta García Lao y él detalla: "Tropelías del orden de la subversión. Está en juego el deseo de una embarazada, que es la gloria del prostíbulo; el tipo, víctima que, al mismo tiempo, comete crímenes; hay incesto, está la figura del padre, la iglesia. Todo está violado como creo que es la pasión. Esto va llevando a los personajes a un castigo casi `tanático`".

Presentada como "una novela de cojer", los guiños encriptados son influencias de la literatura francesa de alcoba. "El venía con Fanny Hill y yo con Apollinaire. La idea fue particularizar en los personajes y dejarnos arrastrar por esa literatura y por el disfrute de ir de la más alta poesía al barro y la vergüenza", ilustra la autora de Fuera de la jaula.

"Lo que escribimos -remarca Saccomanno- no tiene nada que ver con nosotros, es un objeto literario, es una apuesta teórica. Es como uno entiende la literatura".

Y sigue: "En la literatura local no existe prácticamente la erótica. Tomamos a la literatura libertina como modelo que fue subversiva. Pensamos en firmarlo con seudónimo, un rasgo común, porque estábamos escribiendo con una absoluta impunidad que dio libertad y arrojo, pero luego asumimos la identidad autoral".

Para ella "conjugar lo siniestro con el humor es lo atractivo, es la risa de la muerte y la desesperación, ellos están en crisis y, sin embargo, disfrutan de los placeres carnales. Las citas se pescan o no, pero la novela sigue avanzando alocadamente".

Ambos acuerdan en otro plano, esta novela fue "desclasificarse". "No pertenecer ni acá ni allá, sino al terrreno de la escritura" donde los dos comparten bibliografía y lecturas de iniciación. "Esta novela es un terreno en común para jugar en ese campo que nos define como seres", subraya ella.

"Los dos profesamos poéticas distintas, públicos diferentes y generaciones diferentes y de golpe al carajo con las convenciones", dice Saccomanno y ella suma: "Y con las especulaciones. Una de las posibilidades es que este libro nos condenara al fracaso. Uno no escribe con certezas y habíamos asumido el riesgo. No importaba cómo sería leído, a nosotros nos funcionaba como lectores".

Se conocen en la escritura, admiten que gran parte de su tiempo hablan de literatura, pero sobretodo se admiran. "Ella es la reina del punto y yo de las subordinadas. Con esto me doy cuenta que sólo podés escribir a medias con alguien cuando lo admiras. Yo no podría haber escrito 'Cómo usar un cuchillo', pero me hubiera gustado".

"No sólo admirar -interviene García Lao- sino contar con la aprobación a la hora de volar cosas. Es resignar también. Pensamos en función del conjunto, era de los dos y tenía que estar a la altura de la crítica más despiadada que uno tiene adentro".

El cuerpo central literario de Amor invertido fue una escritura escindida donde cada uno estaba fortuitamente al otro lado del Atlántico, "tratando de estar a la altura del personaje", subraya Lao y aclara: "Cuando uno se pone a escribir y no es autobiográfico o referencial estás pensando en el motor. La gente se lee o se busca, pero nosotros no usamos ningún modelo de la realidad".

Tras el inimaginado pedido de publicación, la simbiosis literaria dio su estocada final. "Hubo un momento en donde los dos estilos se fusionaron", confiesa el autor de Cámara Gesell. "Fue en la corrección. No nos importaba quien escribió qué sino que éramos una sola cabeza revisando un objeto", dice ella.

Esa operatoria "obsesiva" de edición, de estar diez horas frente a frente en las computadoras, fue para Saccomanno lo que puso en tela de juicio la noción de autor y propiedad: "Lo transgresor de este libro y que me asombra es que no reconozco ninguna página como mía, sino como nuestra. Porque no sé quién escribió tal o cual cosa".

Entonces, ¿qué los interpeló a cada uno del otro? Ella toma la palabra: "A mí me sorprendió su libertad para escribir y asumir un personaje femenino en primera instancia, luego nos dimos vuelta. Y su humor. Parecía que el humor negro y desesperado lo iba a aportar yo y, sin embargo, él apareció con un personaje descollante que me obligaba a un antagonismo y a una revisión que yo imagino como lo masculino, feminizado por este corazón".

"El -sigue la escritora- disparaba mi prosa y yo se la devolvía intentando ser lo más cruda y maldita posible. Era un boxeo entre dos cuerpos que no se juntan y era estar juntos a la distancia en los zapatos de un otro".

En cambio, él sostiene que como "realista defasado" Fernanda lo devolvió "a lecturas desterradas y olvidadas -Rimbaud, Lautréamont- y a la literatura francesa desde un lugar de goce".

Con esta carnal y descarnada obra, el genuino interés pasa para ambos porque "la escritura haga vibrar" al lector. "Está bueno sentir que uno camina por un terreno delicado porque la escritura no es un lugar en el que uno espera honor, sino al revés, el deshonor es el mejor premio", apuesta ella.

Saccomanno admite: "Sabíamos que estamos violando normas y costumbres" y García Lao rebate: "Yo nunca acepté ninguna norma, así que no la pude violar. Este libro no tiene género, de ninguna naturaleza, no es ni masculino, ni femenino, mientras no aburra, está todo bien". Ambos sonríen. "De Fernanda y de mí no se pueden esperar textos livianos", concluye él.

miércoles, junio 17, 2015

Amor invertido: Oda al ardor

Osada, provocativa, de un humor negrísimo e incorrecto, es la nueva novela de Fernanda García Lao y Guillermo Saccomanno ‘Amor invertido‘ (Seix Barral).
Por Sebastián Salvador.



Tener en la mano un ejemplar de un libro de García Lao es siempre estimulante. Es que la autora de ‘Cómo usar un cuchillo‘ y ‘Fuera de la jaula‘ propone en sus narraciones esos universos únicos, donde lo extraño es lo más normal, con historias exóticas de tintes surrealistas y personajes extraordinarios.

Esta vez acoplada en sociedad con Guillermo Saccomanno, el escritor de ‘Cámara Gesell‘ y ‘El oficinista‘ y pareja en la vida real, entregan unas encendidas esquelas sobre el gozar y el placer, sobre todo el desmedido. Ese exceso que enloquece, agita, retuerce.

Los protagonistas de “Amor Invertido” son Guillemett y Fernand, los alter ego de los escritores, dos ardorosos amantes que fueron sometidos a un transplante cruzado de corazón por un médico de intereses muy oscuros, afín a las intervenciones grotescas y de apellido muy cualunque, el Dr. Ferreti.

Luego de la intervención ambos logran huir del hospital donde estaban confinados para refugiarse en un paraje de la Patagonia, Francia ó Africa. En esas cartas, algunas fruto de alucinaciones de los sedantes, los amantes separados y errantes se escriben sus deseos afiebrados y los encuentros aleatorios por los que pasan en su afán de calmar tanto ardor.

Esos cuepos trocados en su núcleo vital, lo asimilan como pueden. Lo masculino y femenino se cruza, subvierte. Fernand copula con una mujer y luego la asesina desenfrenado, es que el corazón que late dentro de él es puro celo de mujer. Antes de huir, se queda con el saco de la occisa, por si le “agarra frío”.

Guilló por su parte, con el corazón de macho alfa, intenta reencontrarse con su amante a como de lugar. Participa en un verdadera travesía sexual por los continentes convertida en juguete libertino de familias, deformes, tripulaciones de barcos, tribus. Es tanta la carga a la que se somete que hasta Fernand desconfía de su amor: “Con este asunto del corazón encontró la excusa perfecta para dejarse enlechar por cualquiera”, reclama.

Osada, provocativa, de un humor negrísimo e incorrecto ‘Amor invertido‘ es una novela de lectura intensa y sin inhibiciones, que si fuera un disco compacto debería ostentar en tapa el sello de Parental Advisory Explicit Content.

domingo, junio 14, 2015

Sobre Amor invertido

"El bello libro de Saccomanno y García Lao renueva a la vez la literatura fantástica y la epistolar.
Amor invertido es una obra muy original en el linaje del Divino Marqués y de Georges Bataille, con un humor devastador.
La literatura argentina contemporánea nunca termina de sorprendernos".
Alain Rouquié


Un ejercicio literario audaz y valiente, jugado a la desmesura, en los bordes de todo -grotesco, obsceno, humorístico, fantasioso, hiperbólico- pero conjugado (cruzado) con un contexto histórico cultural concreto -el positivismo, la locura y manipulación cientificista en su primera versión ingenua y brutal- y con la puesta en juego de pasiones básicas de la humanidad, como el deseo erótico extremo, el deseo incestuoso, y el impulso criminal (pasiones o pulsiones que alimentan la buena literatura, desde siempre). Así que con estos tres hilos la textura va desde una superficie delirante y pornográfica a un contexto claro y verificable y a planteos humanos "eternos", y profundos.
Aníbal Zaldívar.

Qué fantástica idea la de crear dos personajes tan complejos como pueden serlo Guillemette, mujer con corazón de hombre y Fernand con corazón de mujer. Una historia de amor, erótico e intelectual que nos aleja de las tipificaciones clásicas, el bien y el mal, el goce y el castigo (¿algo del divino Marqués?). Una prosa desesperada y un libro para lectores fuertes.
Librería Menéndez

Cuando el amor va por escrito.
Amor invertido. G. Saccomanno y F. García Lao
Nada mejor que una pareja de escritores que, por amor, escribe. Y es que la relación entre Guillermo Saccomanno y Fernanda García Lao (absolutamente inapropiado escindir escritor/escritora de hombre /mujer) puede leerse en este Amor invertido, confidencias narradas en el siempre presente género epistolar. Que esas confidencias asuman características eróticas (varias veces tan salvajes como el amor mismo) es una muestra de lo que sienten tanto uno como otra a la hora de entregar todo de sí sin miramientos. Violento, festivo, aturdidor, el libro escrito a cuatro manos y a dos corazones intercambiados, señala, justamente, ese encuentro.
Miradas al Sur



"El mundo es una escenografía para nuestro deseo".
Terminé de leer Amor invertido, la novela de Sacomanno y García Lao. El éxtasis y la desesperación en cada párrafo. La vida como un fluir caótico de sexo y viajes, de búsqueda y deseo. La novela te arrastra por las páginas a toda velocidad. Las palabras están vivas. Respiran, gozan, ríen, se resbalan. No existen las definiciones; estamos hechos de ambigüedad. Eterno devenir. Cuerpos que se encastran y se parten al medio, corazones intercambiados, amantes deformes, peripecias desafortunadas. Y en el medio un deseo intenso, salvaje, que todo lo devora.
"El deseo,anoto, ¿es acaso un espejo? Me desnudo e este camarote, me contempo y me retuerzo como si fuera usted". ¿Quién soy? ¿Quién es yo? ¿Yo es Usted? , se preguntan Fernand y Guillemette, los personajes de esta genial novela. Se las recomiendo mucho.
Leila Sucari

Estoy leyéndolo y cada página es un espasmo suculento.Espero llegar viva al final del relato. El deseo, el fantasma de la consumación, el deseo disruptivo,el goce del cuerpo. Gracias por este libro tan trémulo.
Gabriela Clara Pignataro

Terminé "Amor Invertido". Me voló la cabeza. Como dijo Cortázar: Fue un rayo que me dejó tirado en medio del patio. Genial.
Miguel Angel Sordello

lunes, junio 01, 2015

Amor invertido

Guillermo Saccomanno-Fernanda García Lao
Narrativa literaria
General narrativa literaria
Colección Biblioteca Breve

Sinopsis
Esta es una novela de cojer. El lenguaje no es inocente. Podría presentarse como un relato erótico, pero va más allá. Pivoteando sobre las convenciones de la literatura libertina, Amor invertido se plantea a la vez como historia de amor desgarrado y desafío. Amor invertido es un deslizamiento erótico entre dos cuerpos, dos siglos, dos géneros. Fin del XIX: intercambio de epístolas voluptuosas. Tras un experimento quirúrgico, Guillemette y Fernand huyen de París con los corazones cambiados. Siglo XX: la travesía exterior ha concluido. Los hechos se oscurecen; en lugar de orgasmos, jeringas. La épica carnal es alternancia de conciencia y pesadillas, avidez vehemente por el cuerpo del otro. Que Guillò tenga corazón de hombre y Fernand corazón de mujer los arroja en una búsqueda desenfrenada del goce y la superación de las represiones que impone la moral burguesa. Impúdica, como la lengua de los amantes en la intimidad de una alcoba, García Lao y Saccomanno nos entregan una novela poderosa y sorprendente que enfrenta los prejuicios y exacerba los sentimientos acerca del bien y el mal, el goce y el castigo.


Guillermo Saccomanno (Buenos Aires, 1948) publicó, entre otros libros, Situación de peligro, Bajo bandera, Animales domésticos, El buen dolor, El pibe, y la trilogía sobre la violencia compuesta por La lengua del malón, El amor argentino y 77. Ha ganado el Premio Crisis de Narrativa Latinoamericana, el Premio Club de los XIII, el Primer Premio Municipal de Cuento, el Premio Nacional de Novela y el Premio Dashiell Hammett. Con su novela El oficinista (2010) obtuvo el Premio Biblioteca Breve Seix Barral. Su crónica Un maestro (2011) recibió el Premio Rodolfo Walsh. La novela Cámara Gesell (2012) fue premiada con el Dashiell Hammett. En 2014 publicó Terrible accidente del alma, recibió el Premio Democracia y el Konex de Platino como el mejor novelista del período 2008-2011. Sus relatos fueron traducidos a diversos idiomas y adaptados al cine y la televisión. Es colaborador de Página/12.



Fernanda García Lao (Mendoza, Argentina, 1966) fue seleccionada por la Feria Internacional de Libro de Guadalajara 2011 como uno de “Los secretos mejor guardados de la literatura latinoamericana”. Vivió en España desde 1976 hasta 1993. Es escritora, dramaturga y poeta. Publicó las novelas Muerta de hambre (1º Premio del Fondo Nacional de las Artes), La perfecta otra cosa (3º Premio Cortázar), La piel dura, Vagabundas y Fuera de la jaula, así como el libro de cuentos Cómo usar un cuchillo. Ha colaborado en distintas publicaciones a ambos lados del océano (Babelia, Revista Quimera, Letras Libres, El Buensalvaje, Las/12, Revista Ñ). Algunos de sus textos han sido traducidos al portugués, al inglés, al sueco y al griego para revistas digitales y en papel. Ha publicado en Francia, México y, en breve, en Cuba y Costa Rica. Desde 2010 coordina talleres de escritura.

Foto: Alejandra López

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