Fernanda García Lao
lunes, noviembre 17, 2025
martes, noviembre 11, 2025
La prosa tiene que estar a la altura de la neurosis colectiva.
ABC CULTURA
Diego Doncel
Fernanda García Lao es una gran, extraordinaria narradora. Ya no es, como alguien acertadamente dijo en su momento, el secreto mejor guardado de la narrativa hispanoamericana, ya es una escritora central a la que muchos lectores de ambos lados del idioma siguen con devoción. En sus novelas y en sus relatos breves es capaz de descubrir mundos insospechados, mirar lo cotidiano como algo extraño y perturbador, hacer que lo imaginario se alíe a lo biográfico, a lo corporal. Ahora acaba de publicar un nuevo artefacto novelístico titulado Estación Saturno en la editorial Candaya. Una joya de alta tensión estilística, original y arriesgada.
Diego Doncel: Su escritura parece estar construida desde otro lado, buscando nuevos modos de representación, buscando, como Fleur Jaeggy o Clarice Lispector, la tensión del lenguaje y la tensión psicológica.
Mencionas a dos escritoras que admiro profundamente y coincido en cuanto a la búsqueda de tensión en el lenguaje. Pero, más que en la psicología, me sitúo en los cuerpos, son el primer espacio, la primera jaula donde suena la palabra y contagia sus maneras al siguiente: el cuerpo del texto. Es decir, no pretendo describir estados mentales sino atravesarlos. Para eso, invento gente que ocupo desde adentro. No me interesa mucho cómo visten, con un trazo entiendo. Lo que indago es íntimo, como si me probara su carne y pudiera ver desde otros ojos, escarbar desde ahí. Un cuerpo es una caja de resonancia. No hay dos que suenen igual.
Diego Doncel: ¿ Estación Saturno es otra vez una falsa novela?
Exacto. Todas las novelas son falsas, pero yo disfruto dejando en evidencia el artificio. A estas alturas, intentar novelas con verdades de otro siglo o supuestas confesiones sin intervención, me parece un gesto pueril y conservador. El mundo es delirante, aterrador. La prosa tiene que estar a la altura de la neurosis colectiva. Detesto pensar la literatura por temas. En todo caso, una novela es un desplazamiento. Me gusta cavilar la trayectoria del objeto. No puede caer donde ya estaba. O se hundirá. Aunque la exploración vertical está poco estudiada, no la descartemos. Me invento modos de pensar, absolutamente descartables. Estatutos mal hechos, de usar y tirar. En eso, soy fiel a los tiempos que vivimos. El molde de la novela anterior no me sirve. La urgencia necesita nuevos puentes de los que tirarse.
Hija de un periodista argentino exiliado, vivió en Madrid su infancia y su adolescencia, y ha estado siempre marcada por esos dos mundos, por esos dos hemisferios. También por una visión excéntrica de nuestra realidad.
Diego Doncel: Lo gótico, lo oscuro son señas de identidad de su universo narrativo. También el doble y el problema de las identidades. Pero usted se reinventa en cada uno de sus libros, ¿ qué novedades aporta Estación Saturno ?
Gracias por señalarlo. Huyo de lo conocido como de la pólvora. Sobre todo porque escribir es, en mi caso, un modo de cuestionar las propias trampas. Estación Saturno es mi primera novela en estricta tercera persona. Venía de Sulfuro, una segunda, y he practicado la impunidad de falsos yo en las anteriores, lo coral, etc. Me impuse una aire desapegado para contrarrestar lo irracional de los personajes y el territorio. El duelo, el alcohol y la soledad de estos seres requirió cierto despliegue de lógica. Absurda, pero ajustada. Por otro lado, cada tanto algún director adapta una novela al cine, yo quise escribir una novela como si armara un guion técnico del mundo, sin abandonar las herramientas propias del lenguaje literario. Es decir, desgranando lo que se ve, se oye y se dialoga, junto a cuestiones internas. Como el asco, el deseo, un dolor concreto. El propio espacio, dictó sus leyes: la cartografía de Buenos Aires como disparador de locura y negación del presente.
Diego Doncel: ¿ Cree que en ella nos encontramos tres vías de conocimiento: un duelo ( la presencia del hermano muerto), un viaje, y ese espacio ( el hotel Tianqi) donde todo se transforma: el propio espacio, el tiempo, el ser y… la imagen política de nuestra realidad ? ¿ Cuál es esa imagen?
Me gusta lo que señalas, las tres vías. Sobre todo pensando en la estación de tren desmantelada en 1977. Por otro lado, la novela es un tríptico y la escribí en tres lugares diferentes. La parte uno, en Buenos Aires. El hotel en Praga, donde viví unos meses. La tercera parte, la disolución de la realidad, fue escrita en Barcelona. De algún modo, el tránsito de la novela es especular al mío y jugué con ciertos reflejos entre el gato y el conejo de Alicia, para hacer que los personajes siguiéndolo, se perdieran. Hay en la geografía de la novela puros no lugares: una ruta, una estación, un hotel, como los cuerpos, los nombres, las certezas. Todo temporal, absurdo, desesperado, en torno a una muerte que estalla la percepción del tiempo y del espacio. Entonces, la imagen es inconstante. Un retrato bajo el agua. Una familia metida en una pecera. La muerte de la lucidez. La farsa.
Diego Doncel: En este sentido destaca la presencia del capitán Minor ¿ es el retrato deformado de algunos de nuestros líderes políticos?
A nuestros líderes políticos no hay que deformarlos, vienen así de fábrica. He de aclarar, además, que cuando empecé con Minor, cierto gobernante argentino aún no estaba en funciones, era un ridículo panelista de tv sin otro atractivo que su desborde. Pero creo que mi personaje tiene más recursos discursivos. La retórica ha muerto. Nadie la necesita. El pensamiento ocupa cada vez menos espacio. El último bastión es la escritura literaria, si logra construir su propio programa, inventar artilugios más allá de lo trillado. Prefiero seguir mis propios planes e imaginar de manera alternativa que seguir tendencias. Pero, finalmente, acierto. Ya casi parezco una escritora histórica.
Diego Doncel: Su escritura es siempre bellísima ( las asociaciones imprevistas, los símiles sorprendentes) pero de una belleza convulsa y hasta cierto punto irracional. ¿No cree que se ha hablado poco del irracionalismo en usted, de eso que Dalí llamó lo paranoico-crítico?
En mi casa se habló bastante de mi irracionalidad. Perdón, no pude contenerme. Creo que practico una cordura offshore. Evado. Necesito sentirme no homologada. Pero soy bastante mental, a pesar de las apariencias. Soy consciente de lo que hago, también bastante intuitiva. Entonces parece que me extravío. Ese doble gesto es indispensable, supongo. La espontaneidad no alcanza, pero sin ella, sería una escritora de cartón. Seca, impostada. Escribo frases que aíslo como si fueran frutas. Me gusta que sean tentadoras y un poco nostálgicas.
Diego Doncel: En Estación Saturno vuelve a aparecer el tema de la familia, ¿ la familia es una de esas oscuridades nuestras con la que tenemos que lidiar?
Es la primera institución de poder y control sobre el individuo, como sabemos. Hablo desde el punto de vista literario, es decir, político. La poesía es desacralizadora. Del amor, poco sabemos. Es un asunto aspiracional, al que no se llega. Las familias se rompen y se vuelven a armar. Tenemos tendencia a creer que podremos lograrlo, pero la felicidad es inasible. Y cuando ocurre, qué belleza. Pero mejor no escribirla. Se escribe desde lo perdido. De otro modo, no haría falta. Es fantasmático el asunto de sentarse a invocar lo que no está. Por eso nos atraen las historias de huérfanos, de niñas perdidas. La literatura infantil se construyó desde el duelo. Faltaba la madre, murió en el parto. O se huía del padre, la autoridad intempestiva.
Diego Doncel: Y está el tema de la mujer ( los abusos, las cuestiones de género) y el erotismo. ¿ Puede hablarme de ambos?
Es un reto. Escribir sin resultar panfletaria, obvia. O, por el contrario, condescendiente. El deseo sigue siendo tabú. Pero lo sexual me organiza a la hora de pensar un personaje. Es, como señalaba Armonía Somers, tan fundamental como lo digestivo. Hay ficciones en las que nadie come y nadie se toca. Es difícil interpretar a alguien sin esos mecanismos básicos. Qué desea esta gente. No hablo de placer, hablo de motor. Y cómo se arrastra, cómo mastica al otro. Me inquieta no saber esas cosas, quedarme en la cáscara de las cosas. Sin deseo no hay palabra.
Diego Doncel: Por último, ¿ cómo explica que una de las señas de identidad de la narrativa argentina escrita por mujeres sea lo gótico?
En lo personal, antes del exilio viví en una casa que mis padres pensaron desde la maqueta. Quizás ese hecho alimentó mi tendencia a la extravagancia. Mi madre, leonesa, incluyó una pared de vitreaux en todo el frente, como para evocar su catedral perdida. Era una casa imposible con torreón y sótano, efectos de luz, escaleras. Jugábamos ahí, como en otro tiempo. La realidad vino así desde el principio. Parecía ficticia. Luego se hizo trágica. La dictadura desarmó ese universo.
Pero pensando colectivamente, creo que somos descendientes de lo fantástico como categoría filosófica, de los delirios del rio de la Plata y de las dislocaciones de la historia. Hijas turbias de Evita, nuestra criatura gótica por excelencia. Deificada o demonizada, monstrua política, momia eternamente joven, ausente/presente. Una mujer-relato imposible de soslayar. A lo Mary Shelley, en el fin del mundo.
sábado, noviembre 08, 2025
Estación Saturno: una road movie desquiciada
Una road movie desquiciada hacia un hotel imposible, donde lo grotesco, el humor y la pesadilla revelan las heridas del presente
La escritora argentina Fernanda García Lao presentó su nueva novela, Estación Saturno, el viernes 17 de octubre a las 19 h en Enclave de Libros (C/ de los Relatores, 16, Madrid), acompañada por la escritora Mónica Ojeda.
La cita marca el lanzamiento oficial en España de esta obra publicada por Candaya, una novela hipnótica y perturbadora que consolida a García Lao como una de las voces más brillantes, audaces y originales de la literatura latinoamericana contemporánea.
En Estación Saturno, dos hermanos —un hombre y una mujer— viajan en coche después de enterrar al mayor de los tres. Un gato, último vestigio del hermano muerto, se les escapa en una estación de servicio. Al seguir su rastro, llegan a un hotel de nombre chino y arquitectura imposible, un espacio donde el tiempo se pliega y la normalidad queda fuera de juego. Allí, los avistamientos de ovnis, la corrupción, la mentira, la esclavitud sexual y el delirio político conviven en un mismo plano, componiendo una inquietante maqueta del mundo real, donde lo grotesco y lo fantástico se dan la mano.
Con su prosa afilada, su humor dolorido y una imaginería poderosa e inquietante, Fernanda García Lao condensa en esta novela las obsesiones de su universo literario: los legados familiares oscuros, las estirpes suicidas, la confusión de identidades, la naturaleza esquiva del tiempo, el erotismo como antídoto de la angustia y la dimensión política de lo grotesco.
El viaje de los protagonistas es un recorrido delirante en el que muerte, corrupción y mentira se entrelazan para cuestionar, con ironía y crudeza, las estructuras familiares, sociales y políticas. El destino es el Hotel Tiānqì, un escenario de fenómenos insólitos, desdoblamientos y delirios eróticos, donde lo paranormal surge del propio comportamiento humano. Un lugar que funciona como refugio y trampa, un paréntesis fuera del tiempo que seduce y atrapa a quienes se pierden en sus pasillos.
Entre los personajes destaca el Capitán Minor, caricatura feroz de los líderes contemporáneos, que encarna la locura y el absurdo de nuestro presente. El humor y el erotismo atraviesan cada página: masturbaciones al ritmo de una lavadora, un gato escapista, juguetes sexuales en el menú del hotel… escenas que revelan la comicidad herida y la sexualidad latente de los protagonistas.
Maestra en crear paisajes sensoriales al borde de la pesadilla, explora en Estación Saturno una mirada nada convencional: una indagación en los abusos, los roles de género y las complicidades femeninas, lejos de cualquier esquema o estereotipo. Y en el centro de todo, la familia y sus herencias oscuras: la incomunicación, los reproches, el miedo a no ser lo que se espera de nosotros, en una road movie desquiciada que encuentra su viaje más perturbador en las habitaciones y pasillos de ese hotel imposible.
Fernanda García Lao es una de las autoras más potentes e imprescindibles de nuestra lengua. Su literatura, siempre al límite entre el humor negro y la pesadilla, nos recuerda que lo extraño no está en otros mundos, sino en el nuestro. Estación Saturno es, quizás, su apuesta más arriesgada y a la vez más seductora: un viaje a ese territorio donde el tiempo se desordena, los vínculos se tensan y la risa, por incómoda que sea, se vuelve necesaria para soportar la angustia.
Sobre Fernanda García Lao
Fernanda García Lao nació en Mendoza (Argentina). Vivió en Madrid entre 1976 y 1993, debido al exilio de su familia. Desde 2022 vive en Barcelona. Es narradora, dramaturga y poeta. Ha publicado las novelas Muerta de hambre (Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes), La perfecta otra cosa (Tercer Premio Cortázar), La piel dura, Vagabundas, Fuera de la jaula, Nación vacuna (Candaya 2020) y Sulfuro (Candaya 2022); y los libros de cuentos Cómo usar un cuchillo, El tormento más puro y Teoría del tacto (Candaya 2023, finalista del Premio Tigre Juan y del Premio Setenil). También ha escrito los libros de poesía Carnívora, Dolorosa, Autobiografía con objetos y (No) me acuerdo. Algunos de sus textos han sido traducidos al francés, portugués, inglés, sueco, checo y griego.
Sobre su obra
“El diálogo que la narrativa de Fernanda García Lao establece con el otro lado y lo fantástico viene de lejos. Lleva haciendo terror latinoamericano al menos desde 2007. Se adelantó a la tendencia, y el gótico contemporáneo, ahora tan de moda, es en su caso natural”.
— Vicente Luis Mora, Diario de lecturas
“Su discurso es poético y profundamente político. Y desde ese lugar casi oracular, con un velado sentido del humor, expone las dobleces que nos hacen más humanos”.
— Adriana Bertorelli.
Reseña: Diario 16 Mediterráneo.
Fulgores de la ficción y monstruosidades
Proyecto MOPONAHI, León, noviembre/2025, de la Universidad de León. Un encuentro, Las Puertas de lo Posible «Fulgores de la ficción y monstruosidades», dirigido por Natalia Álvarez Méndez y Ángeles Encinar, y coordinado por Ana Abello Verano.
Con ENTRADA LIBRE Y GRATUITA.
El encuentro tendrá lugar los días 13, 14, 15 y 16 de noviembre de 2025. Su sede de celebración oscila entre la Fundación Sierra Pambley (León) y La Casona de San Feliz de Torío (León). ¡No te lo pierdas!
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Nos acompañan grandes nombres de la literatura actual: Fernanda García Lao, José María Merino, Luis Mateo Díez, José Antonio García Priego, Layla Martínez y Theodor Kallifatides.
Estación Saturno
Hay historias y luego hay otras historias, esas que buscan formas de mirar distintas, las que necesitan de una imaginación diferente, de sensibilidades diversas, las que requieren de una escritura sin complejos, que no desbordada.
"Estación Saturno" de Fernanda García Lao, editado por Candaya, es de esas novelas que habitan un limbo situado en un lugar entre el ras del suelo y ese mundo onírico de imaginación exaltada en el que la autora se mueve con maestria. Pero no nos equivoquemos, García Lao se mueve con total libertad en ese espacio pero sujeta a la realidad por una cuerda elástica que maneja a su antojo y le permite acercarse a la dura superficie tanto como subir muy alto creando personajes atravesados por la tragedia junto a otros que viven en constante alucinación o pergeñando engaños. Idear escenarios anclados al pasado que conviven con otros laberínticos e imposibles en geografías irreales.
Fernanda García Lao ha vuelto a construir un artefacto literario que funciona a la perfección con la energía suministrada por una maga de la escritura. Porque eso es lo que la escritora hace con las palabras, pura mágia que renueva con cada nuevo libro que publica. En "Estación Saturno" se nos propone un viaje donde se mezclan las complejas y turbadoras relaciones familiares, espacios y personajes inverosímiles, avistamientos de ovnis y sus consabidas abducciones, el engaño y la estafa, el deseo sexual como motor de vida, incluso un fantasma del pasado que puede ser el doppelganger de un personaje.
Fernanda García Lao nos tiene acostumbrados a que cada nuevo libro suyo sea una maravillosa aventura para el lector y por eso la queremos tanto.
Paco Paños
sábado, octubre 04, 2025
sábado, septiembre 20, 2025
Estación Saturno, novela.
Fotografía de portada: Arturo Aguiar.
"En Estación Saturno, con la prosa afilada, el humor dolorido y la imaginería poderosa e inquietante que caracteriza a Fernanda García Lao, se condensan todas las obsesiones del originalísimo universo literario de esta escritora indispensable de la literatura latinoamericana actual: los legados familiares oscuros, las estirpes suicidas y el fantasma de la locura, la confusión de identidades y el tema del doble, la indagación en la naturaleza esquiva del tiempo, la dimensión política de lo grotesco y el erotismo como antídoto de la angustia". Candaya narrativa, 2025
"El diálogo que la narrativa de Fernanda Garcia Lao establece con el otro lado y lo fantástico viene de lejos. Lleva haciendo terror latinoamericano al menos desde 2007. Se adelantó a la tendencia, y el gótico contemporáneo, ahora tan de moda, es en su caso natural". Vicente Luis Mora.
"Su discurso es poético y profundamente político. Y desde ese lugar casi oracular, con un velado sentido del humor, expone los dobleces que nos hacen más humanos". Adriana Bertorelli.
viernes, septiembre 05, 2025
Taller en Billar de Letras: Inventario (im)personal
CURSO DE NARRATIVA INTERNACIONAL
Comienza con:
Fernanda García Lao (Argentina)
Inventario (im)personal: Narrar desde los objetos. Memoria, identidad e imaginación.
FERNANDA GARCÍA LAO: Inventario (im)personal. 2 , 9, 16 y 23 de octubre
Objetivo: Explorar la memoria, la identidad y la imaginación más desbocada, a través de objetos propios o inventados.
Sesión 1: Inventario del Yo.
Sesión 2: El Objeto Perdido.
Sesión 3: Objetos Ficticios.
Sesión 4: Museo en miniatura.
Inscripciones:
Teléfono: +34 921 446 801 • Email: info@billardeletras.com
Siguientes talleres:
Luis Mario (España)
Alejandra Costamagna (Chile)
Eduardo Ruiz Sosa (México)
Dahlia de la Cerda (México)
Pablo Katchadjian (Argentina)
Clyo Mendoza (México)
Sara Jaramillo Klinkert (Colombia)
Ronaldo Menéndez (Cuba)
-Vomitar un conejito (y otras formas de escribir un cuento), por Luis Mario (30 de octubre, y 6, 13, 20 de noviembre).
- Escribir en peligro, por Alejandra Costamagna (27 de noviembre, y 4, 11, 18 de diciembre).
- La forma del monstruo: Taller de escritura sobre la novela en el Siglo XXI, por Eduardo Ruiz Sosa (8, 15, 22, y 29 de enero)
- Escribir desde el hambre, por Dahlia de la Cerda (5, 12, 19 y 26 de febrero).
-Tensiones de la narración, por Pablo Katchadjian ( 5, 12, 19 y 26 de marzo)
- Miedo y consuelo: la psique autoral como herramienta en la construcción del personaje, por Clyo Mendoza (9, 16, 23 y 30 de abril).
-Creatividad. Mirar y pensar al revés, por Sara Jaramillo Klinkert (7, 14, 21, y 28 de mayo).
-La Tierra es azul como una naranja: Taller de viajes, no ficción y escritura de la experiencia, por Ronaldo Menéndez (4, 11, 18 y 25 de junio).
ON LINE ZOOM en directo.
DURACIÓN: Del 2 de octubre de 2025 al 25 de junio de 2026
FORMATO: Online a través de la plataforma Zoom grabándose todas las clases para su posterior visionado de ser necesario
HORARIO: Jueves de 19:00 a 21:00 (hora española)
PRECIO: 1.100€ el curso completo, tres pagos de 400€ más 30€ de matrícula nuevos alumnos, salvo el pago único. Si te interesa algún módulo en particular consultar precios.
martes, junio 03, 2025
Fernanda García Lao, un híbrido de transgresión, locura y violencia
Analizamos la literatura de esta autora mendocina, radicada durante mucho tiempo en España, y que ha escrito cuentos, novelas y poemas.
Por Marta E. Castellino
LOS ANDES
Quienes nacimos en el siglo pasado y vivimos en Mendoza en las décadas del 50 y 60, no podemos menos de recordar a Ambrosio García Lao, figura icónica del periodismo radial y televisivo de aquellos años. Así, por extensión, es natural que consideremos la posibilidad de incluir en nuestra literatura a su hija Fernanda, también nacida en Mendoza en 1966, aunque su vida discurrió por carriles que la alejaron tempranamente de nuestra provincia.
En efecto, vivió en Madrid, donde realizó sus estudios primarios, secundarios y universitarios de danza, piano, actuación y periodismo, entre 1976 y 1993. Luego regresó a Buenos Aires y se sumó al medio teatral independiente, desempeñándose como actriz, dramaturga y directora. Desde 2022 reside en Barcelona.
Además de sus piezas teatrales, publicó, entre otras, las siguientes novelas: Muerta de hambre (2005), que obtuvo el Premio del Fondo Nacional de las Artes; La perfecta otra cosa (2007); La piel dura (2011); Vagabundas (2011); Fuera de la jaula (2014); Nación Vacuna (2017); Sulfuro (2022); las colecciones de cuentos Cómo usar un cuchillo (2013); El tormento más puro (2019) y Teoría del tacto (2024). Es autora además de los volúmenes de poesía Carnívora (2016); Dolorosa (2017) y Autobiografía con objetos (2022), además del texto autobiográfico (No) me acuerdo (2025).
Su prosa ha sido calificada como “un mapa híbrido de transgresión, locura, erotismo, humor y violencia, con una cadencia poética única”, y tales características se ponen plenamente de manifiesto en cualquiera de sus textos. Tomaré como ejemplo la original novela Fuera de la jaula, en la que el mismo título sugiere la evasión de la realidad ordinaria, formalizada a través de la elección de una focalización narrativa que hace eje primeramente en una mujer en el momento previo a su muerte y después de acaecida esta. Este relato base se completa con otros dos, que tanto completan como prolongan o contradicen los dichos de la difunta.
Como característica saliente de su estilo narrativo, que en cierto modo lo aproxima a lo poético, puede mencionarse la tendencia a expresar reflexiones que recuerdan las “greguerías”, definidas por Ramón Gómez de la Serna con la siguiente fórmula: “humorismo + metáfora = greguería”. Valgan como ejemplos algunos pensamientos de Aurora, la protagonista de la primera parte, que dan cuenta de su esencia híbrida, ser, sin ser: “La conciencia es un parpadeo universal”; “Qué pereza la palabra. Decir es bostezar. Un verbo es un objeto perdido, una pelusa en la boca muerta”.
La índole de los personajes se define a través de estos curiosos pensamientos, cuyo contenido los define; así por ejemplo, Severino, encerrado en una vida sin futuro y sin color, para quien “La noche es una cavidad que conduce a la gran trampa” o bien, “Con la luz y las proporciones correctas, cualquier mosquito deviene vampiro”. O Norma, la prostituta: “la demencia y el deseo beben de la misma botella”
Acerca de la inserción de Fernanda en el corpus de la literatura mendocina, es necesario destacar que Mendoza y su ambiente no aparecen en su obra, ni siquiera como ausencia sentida. Pero, como ella misma manifiesta en una entrevista con Ariel Pavón (Otra Parte, 14 de marzo de 2025), el desarraigo “Se convirtió en un mito fundacional a partir del cual escribo. No imagino otro modo de pensar y crear. El hecho de no pertenecer del todo a ningún lugar, ser siempre un poco extranjera y parte a la vez, interviene absolutamente en mi escritura. También la sensación de tener una línea de tiempo fragmentada. El desarraigo ha sido motor y obstáculo, pero más motor que otra cosa. Haber hecho de esta herida una virtud me ha permitido escribir”. Este extrañamiento permanente explica las características desconcertantes de su escritura, que he intentado bosquejar sucintamente.
Universos en colisión
Cuentos
Teoría del tacto
Fernanda García Lao - (Candaya - Barcelona)
Cuentos breves que parecen entramarse de modo incoherente. Relatos fragmentados, incisivos, por instantes armados como especie de cortos consecutivos.
Al principio, un brevísimo microrrelato funciona conceptualmente, abstrayendo ideas de la autora sobre su escritura y las palabras: Ver es cálculo. El sonido, sugestión. Las palabras están crudas. Si las pruebo, ¿me enveneno?
La escritora trabaja en los bordes de eso que ve, pero, además, de lo que escucha en un ida y vuelta de afuera hacia adentro de sí. Su modo de procesarlo es mediante palabras que se pueden tornar una amenaza; que desgranan toxicidad tanto para quien las escribe como para quien las lee.
En “La gracia del mundo” hay un manifiesto de lo que puede ser un libro: ¿una lectura genera temor, puede matar? La escritura misma tiene que provocar, no hay límites precisos. A lo largo del recorrido de los cuentos aparecen estas percepciones sobre el proceso de escritura, la forma en los textos es importante, y a partir de ella se va soltando el contenido, siempre desde un ‘yo’ con presencia muy marcada, que puede o no, tener elementos autobiográficos. Esa carga gramatical hace que las historias potencien la fuerza de la voz que busca llegar al fondo de las causas, lo profundo visto desde la superficie.
Son historias de muertes: el padre, sus ausencias; la madre, los vínculos maternos, la soledad, miedos, resistencias, desarraigos, delirios, abortos, con puesta en el cuerpo; hasta lo escatológico y tremebundo como en “Gaviota en mi lugar”.
En “Réplicas” el sadismo del personaje hace miles de repeticiones del cuerpo femenino. “Vientres en alquiler”, complejidad de relaciones homosexuales, con mamás que no pueden “ser de verdad” ni entregarse con sus senos a la alimentación de sus hijos. Ciertas perversidades que causan los mismos personajes para con ellos y con otros porque “el mundo es una trampa donde caen cada vez”. El pasado como pesadilla en la “Cajonera”, de patas con garras, habitación oscura; el objeto se desliza sobre ella, bordeando el fantástico: “la casa entera como un mal sueño”. En “Las crueles” unos lirios traídos de Francia van “colonizando la casa, metáfora de una clase doméstica que se adueña de un patrimonio, recuerda a textos de Cortázar, sobre todo, la crueldad de Silvina Ocampo.
Teoría del tacto, texto punzante, surge en la pandemia “cuando tocarse y ser tocado era una amenaza”, recuerda su autora. Narrativa de la perturbación, potente, que se torna rugosa por sus “rarezas”.
Perfil
Fernanda García Lao, escritora, dramaturga, argentino-española (Mendoza, 1966) que se fue al exilio con su familia durante la última dictadura. Ha recibido, entre otros, el premio del Fondo Nacional de las Artes por su novela Muerta de hambre, el tercer premio Cortázar por La perfecta otra cosa, y la Beca Antorchas por su obra teatral Ser el amo. Publicó novelas como La piel dura, Vagabundas, Fuera de la jaula, Nación vacuna y Sulfuro; los libros de cuentos Cómo usar un cuchillo y El tormento más puro.
© LA GACETA
LILIANA MASSARA
Lo que no recordamos
Por Bárbara Mingo Costales 1 abril 2025
LETRAS LIBRES
“No me acuerdo del autor del Me acuerdo primera versión”, dice Fernanda García Lao en la entrada 105 de su último libro, que se llama (No) me acuerdo. El autor es Joe Brainard, y el del segundo es Georges Perec. De estos dos libros previos (I remember, Je me souviens) García Lao se acuerda sin duda, y en esta entrada, como en el resto de sus 231 olvidos, practica no solo una especie de homenaje inverso, un poco chulo, a esos libros a cuya tradición se incorpora con actitud de réplica, sino también una especie de ensayo de lo que podría significar, a lo largo de una vida, irse desprendiendo de las huellas o recuerdos que nos conforman, que nos lastran o que nos acompañan (o todo a la vez). No acordarse, aquí, es en realidad como acordarse, es saludar con una broma, pero en otras de las entradas no acordarse puede significar rechazar, o elegir otra cosa de manera lateral, olvidando todas las demás (“No me acuerdo de un libro más perfecto que La muerte y la primavera” [este de Mercè Rodoreda]). Declarar no acordarse de algo o de alguien puede querer decir empeñarse en olvidarlo, lo que supone darle tanta importancia como buscarlo denodadamente, o tenerlo en la punta de la lengua −que es como reencontrarse con un fantasma o como llevarse una sorpresa ante la infinidad de instancias que llevamos con nosotros−, o que se ha dado con un cajón lleno de cosas y ante la abundancia hemos olvidado lo concreto que habíamos ido a buscar. Así que el libro es también un ensayo práctico de todos los sentidos que puede adquirir un verbo o un estado. Un ensayo, entonces, verbal y emocional, que conduce al fin a lo corporal: “No me acuerdo con la memoria. Lo que sé, me ha sucedido en el cuerpo, lo demás es información. Es decir, versiones.”
Como cada vez que practicamos cualquier juego con el lenguaje, hay aquí una gran y constante presencia del humor, porque lo que decimos, si lo decimos de diferentes maneras sucesivas a través de las versiones, va adquiriendo sentidos nuevos, cambiando de significado a medida que lo vamos reformulando. En este juego de variaciones, la acumulación de citas opera sobre cada una de las citas sueltas, que significan nuevas cosas por su cercanía con las demás, pero el sentido del propio verbo también puede cambiar, como en el ejemplo de la novela de Rodoreda. Además, la experiencia vital que va componiendo García Lao es a la vez única y suya propia, pero también se convierte en compartida. Podemos reconocernos en el olvido ajeno. Pero se me ocurre que así como se dice que nadie escarmienta en cabeza ajena, ¿podríamos decir que nadie olvida en cabeza ajena? El hecho de que la autora haya elegido como fórmula “no me acuerdo”, en lugar de “he olvidado” u “olvidé”, es también determinante, porque se refiere a una omisión, o incluso transmite una dimensión temporal, la del presente, un ahora en el que el objeto no nos viene a la mente, pero podría acudir más adelante. El olvido es un continuo durativo (“es tan largo el olvido”, dice Neruda en un poema), mientras que el no acordarse nos convoca al momento puntual, electrizado, y precisamente un tono de chispazo es el que tiene este libro, con sus entradas que se prenden como bengalas que iluminan momentáneamente la oscuridad. No quiero complicar mucho la imagen, pero en cierto modo se podría decir también de manera inversa: que oscurecen un instante la claridad total de la vida que transcurre imperceptible; en todo caso, una interrupción que rescata algo de un total. Este sistema de fogonazos transmite también una sensación de movimiento, de vida en marcha (¿“viajar es perder países”; vivir es perder escenas?), casi de fuga en que se distingue al individuo y a su vida como personajes de una película de persecuciones, y en cada vuelta de la esquina en que se ha conseguido burlar al perseguidor, una se detiene un momento, a tomar aire, a palparse la ropa, a dejar una marca.
Por otro lado, las pérdidas no implican una desaparición. Que una no se acuerde de las cosas no quiere decir que no tenga consciencia de lo que está haciendo (“No me acuerdo si escribo para desfasar la realidad hacia atrás o hacia delante. Chupo la corteza de lo real hasta dejarla blanda como una seda china”), y significa además que de su ejercicio espera que revele algo que quizá no se pueda alcanzar por otra vía. Esta relación con lo vivido no quiere decir que se viva atolondradamente; hay un propósito. A veces no acordarse es un ejercicio práctico, positivo. Y también nos vamos dando cuenta de que no acordarse no es lo mismo que olvidar o que haber olvidado. Quizá no acordarse suponga una acumulación inversa, una manera de lanzar lo vivido a un repositorio especial, al que solo llega si lo lanzamos con un juego de muñeca ejecutado como se advertiría a través del espejo.
Las cosas de las que Fernanda García Lao no se acuerda son de toda índole (“No me acuerdo del nombre de aquella pintora que había sido olvidada injustamente”, “No me acuerdo de lo grave, soy mejor con los agudos. Como chirría el mundo”, “No me acuerdo de la ropa de mi tía, pero sus zapatos diminutos y brillantes, cada uno en su caja, son inolvidables”), y paradójicamente rescatan aquellas cosas que pudieron pasar inadvertidas, o dotan de una dignidad similar a todo aquello con lo que nos hemos cruzado. Además de practicar una actitud vital, en este libro se da el reconocimiento, por la especular vía del olvido, de todos los hitos que han conformado nuestra vida, que se nos han adherido al cuerpo, y cuya importancia es tal que no necesitan de nuestra memoria para existir. “Eso eres tú”, dice un adagio sánscrito; eso es también lo que no recordamos.
(No) me acuerdo
Fernanda García Lao
kriller71,
Barcelona,, 2025, , 98 pp.~
Las crueles - Fernanda GARCÍA LAO x4 enc. ZOOM
Fundación Filba
Las Crueles es un taller de lectura y creación que explora la obra de autoras del siglo XX que desafiaron los límites de la imaginación y los estereotipos de lo femenino. A través de universos marcados por la violencia o la oscuridad, analizamos sus estrategias estilísticas para generar tensión, incomodidad y amenaza, explorando desde la frialdad de Gisela Elsner hasta la furia de Unica Zürn pasando por zonas intermedias: la melancolía de Fleur Jaeggy o el escalpelo inquietante de Armonía Somers. Haremos ejercicios prácticos para desarticular miedos y expandir registros narrativos.
Sesión 1: Gisela Elsner. Los enanos gigantes
Sesión 2: Fleur Jaeggy. El último de la estirpe.
Sesión 3: Armonía Somers. El ángel planeador/Muerte por alacrán
Sesión 4: Única Zürn. Las trompetas de Jericó.
Público destinatario: adultos lectores
Día de la semana: los miércoles 16, 23 y 30 de julio + miércoles 6 de agosto
Horarios (duración de los encuentros, 2h): 10 a 12 hora Argentina
Lugar: taller virtual por Zoom
Para inscribibirte, haz click en el título.
viernes, marzo 14, 2025
Teoría del tacto, reseña en Otra parte
Revista OTRA PARTE
Ariel Pavón
Una hija busca durante años a su padre, sobreviviente del disparo que la madre erró; una mujer guarda en un frasco las “cosas del tamaño de una almendra” que ha parido sobre su cama; otra disputa su espacio en el mundo con una gaviota; una pareja encuentra en fotos ajenas al hijo que no llegó a crecer y una virgen criolla aterroriza a un profesional del cine porno.
Los veintiocho relatos de Teoría del tacto, cuya brevedad y conclusividad permiten pensarlos como parte de un poemario, constituyen una muestra antológica de la voz personalísima de Fernanda García Lao, donde su trabajo obsesivo de la frase, su dinamismo y mordacidad alcanzan un inusual refinamiento. La energía seminal de estas piezas las revela al mismo tiempo como feraces y feroces. Feraces, en virtud de su fuerza sugestiva, pensante, que más que representar una realidad la postula y la apunta, iluminada por destellos sintácticos, familiar pero intensiva; feroces, por su abordaje de cada asunto, verdaderos asaltos que, con frases de precisión conceptista, de conclusión a menudo sorprendente, conjugan lo breve, lo grave y lo cómico en una sucesión que parece señalar hasta qué punto lo trágico de la vida es que da risa.
Esos temas, al mismo tiempo, no aparecen en primer plano, sino que son puestos de relieve mediante algún dispositivo asociado, lateral (un pájaro, un insecto, un mueble, una figura de yeso) a partir de cuya inclusión las múltiples formas de la ausencia, el dolor y la soledad que pueblan los cuentos de Teoría del tacto se extrañan y complejizan, dejan de ser meras superficies donde se disponen acontecimientos para volverse corpóreas, orgánicas.
“Los Hugos cuarto y quinto quedaban demasiado lejos”; “El cementerio está roto. Hay lápidas desarmadas y pasto crecido”; “La doméstica vivió hasta la primavera, ni siquiera supe su nombre, pero tuvo tiempo de ver florecidas las plantas”; “Desde que soy solo, la carne me acompaña distinto, y quien dice carne dice palabra”. Teoría del tacto se compone de narraciones en las que la pregunta “¿qué va a suceder ahora?” pierde centralidad, desplazada por la fascinación que despierta el desgranamiento de frases cortantes con las que la autora trama esas historias, como una artista plástica, a golpes de espátula, dejando trazos llenos de texturas.
El tipo de recorrido al que nos invita Teoría del tacto es el de las galerías, donde uno reconoce la mano inconfundible de la artista y se detiene a apreciar meticulosamente la captura que cada relato (cada obra) ha hecho de un drama particular, con sus grietas y rugosidades, tentado siempre de cerrar los ojos para acercar la mano y percibirlo con la piel.
Fernanda García Lao, Teoría del tacto, Entropía, 2024, 124 págs.
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