miércoles, octubre 19, 2011

La herencia de los que se quedan y los que se van

Miércoles 19 de Octubre de 2011
TELAM
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Sobre VAGABUNDAS
Por Pablo E. Chacón 
 
El libro, publicado por el sello El Ateneo, ganó una mención en el Premio Letra Sur 2010, cuenta, narrada por otros, la extraña historia de Eusebia Escobar, vagabunda impenitente, descendiente espiritual de Jane Bowles o de un personaje salido de la cabeza de Jane Bowles.

García Lao nació en Mendoza en 1966, vivió en Madrid desde 1976, cuando su madre, española, y su padre, argentino, tuvieron que exiliarse durante la última dictadura cívico-militar.

Bachiller en Letras, estudió danzas clásicas, actuación, dramaturgia y periodismo; se mudó unas veinte veces y cambió cuatro de continente, según publicó en su sitio web.

Publicó las novelas "Muerta de hambre", "La perfecta otra cosa", y "La piel dura", las últimas dos en el sello Cuenco de Plata. En "Vagabundas", su última novela, escribió una frase memorable: "La libertad es un derecho inalienable, salvo cuando uno se enamora".

Invitada a la próxima Feria del Libro de Guadalajara -junto a sus colegas Fabián Casas y Hernán Ronsino- más otros veintidós autores "secretos", los mejor guardados de América Latina, no oculta su entusiasmo de conocer escritores cercanos por lengua y geografía, esta vez "sin la mediación del imperio (español)", según confiesa en diálogo con Télam.

La escritora dice que "nunca piensa en términos de continuidad estética", pero sí "en una búsqueda diferente para cada libro". En ese caso, "siente que parte de cero, que ese universo va a generar un determinado lenguaje, unas reglas y una voz particular".

Y agrega que en relación a sus otros libros, "`Vagabundas` es el primero que no está escrito en primera persona. Eso produce una distancia y una visión diferente. Pero tenía interés en que el personaje central, el que articula los tres momentos del libro, Eusebia, no estuviera presente; que el que leyera, lo hiciera sobre alguien que no está".

Eusebia es "contada por los otros, por su propio escrito, el `Tratado de la errancia`. La huella que deja en los demás es la que la narra. Yo me preguntaba quién es la que cuenta o reconstruye una vida. Entonces, la tercera persona también tenía que ser subjetiva", completa la escritora.

La protagonista de la novela desespera por el movimiento.

Anclada en un hotel de la costa bonaerense, decide romper con su pasado y buscar un presente verdadero. Novela de nómades, buscadores, argonautas, escritores.

"Imaginaba a Guadalupe, que es como una descendiente de Eusebia, escribiendo y reconstruyendo. Ella deja su manuscrito a su hijo, y su hijo a su hija. Es como el legado que uno obtiene de sus antecesores, que siempre es una versión. Es que uno reconstruye o intenta reconstruir a sus padres, y siempre cae en una bolsa de equivocaciones, o de llegadas a destiempo", aclara.

García Lao dice que le interesaba "la mirada del hijo sobre la madre, el descubrimiento de alguien interesante donde a veces uno no apuesta", y el vagabundeo, su costado más creativo.

"Porque el vagabundeo forma parte de mi bagaje personal. Nací en Mendoza, me fui a vivir a Madrid cuando tenía 10 años, volví a los 20, no me adapté, me fui a España otra vez, y regresé una vez más. Soy la que siempre se está yendo", dice, ahora instalada en Buenos Aires.

Cuenta que "hubo muy poca familia que quedó en Mendoza", y que a cada regreso "la distancia entre nosotros era mayor". Y para escribir este libro, se preguntó también "qué pasa con los que se quedan. Cuál es la mirada del que ve alejarse a los demás".

"Aunque estemos en un mismo lugar, creo que llevamos el sello del desarraigo en el alma. Al menos yo lo sentí incluso antes de mudarme la primera vez. No me sentía parte de ningún grupo. Cómoda en todos, y a la vez, ajena. Y me parece que esa es la condición del artista", tantea.

El artista como testigo, "y testigo de sí mismo. Porque uno registra con mayor devoción sus propios cambios; con mayor devoción que si se estuviera viviendo sin ese registro".

La escritora, voz pausada, se toma su tiempo. "A mí me pasó: encontrar escritos de mi padre en la baulera de mi casa. Mi papá era periodista, y escribía. Y habían quedado unas bolsas que pensé que eran residuos. Un día las abrí y aparecieron todas esas palabras. El murió hace bastante tiempo. Pero era muy extraña su presencia en ausencia".

"Después le di todo eso a mi mamá. Y me pregunté qué es lo que uno deja, y qué se hace con lo que uno encuentra. Demetrio, el personaje de la novela, no termina de constituirse como motor pero sí como receptor de un legado; al no tener algo propio para dar, a su hija le deja el tratado que era de su madre".

Así se construyen las novelas (y las novelas familiares), a la luz de las herencias, las donaciones, "como si tener ideas fuera lo único interesante para donar. Y cierta mirada crítica del mundo. Hoy puedo decir que algunas de esas ideas las heredé de mi padre. Y las adapté a mi mundo", concluye García Lao.

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