sábado, diciembre 06, 2014

La cultura argentina comenzó a revelarse en las mesas redondas del Pabellón Nacional en la FIL

TELAM
1/12/2014

Las encrucijadas de la poesía argentina, las miradas de siete escritores sobre el proceso creativo, la literatura y las nuevas tecnologías fueron los temas que estrenaron en sucesivas mesas redondas el Auditorium del Pabellón Nacional, un espacio luminoso colmado de espectadores, entre ellos muchos mexicanos, interesados en las propuestas planteadas.
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La mesa coordinada por Silvina Friera, reunió a siete escritores que contestaron preguntas -con un dejo del cuestionario de Proust- acerca de por qué escriben, cómo cada uno trabaja el lenguaje, la relación entre experiencia y vida y como interviene lo autobiográfico en la obra, además de mencionar la angustia generada por la página en blanco, salvo Saccomano: "esto es un oficio, hay que tener prepotencia hasta vencerla".




"Escribo porque me gusta y me divierte, por razones simples", disparó Selva Almada, en tanto Leopoldo Brizuela tildó a la escritura "como un vicio, algo orgánico, un espacio del yo con el yo" y Samanta Schweblin confesó: "Creo que escribo porque hablo bastante mal, mi manera de entender el mundo desde chica fue escribir, descubrí una varita mágica".

"Yo escribo sin motivo, por deseo, empecé a hacerlo porque estaba huérfana, sin patria, sin nombre", deslizó Fernanda García Lao; "si escribo es porque leo, para saber quien soy", siguió Guillermo Saccomano y Carlos Aletto atribuyó su interés por las letras a "un amor infantil" que trató de conquistar "con la excusa de ser un escritor". Y Paulina Movsichoff, desde siempre, se percibió como "una contadora de historias".

Almada habló de la costumbre de llenar distintos borradores, "ensayos a la búsqueda de la voz del texto", y esta práctica marca sus relatos; mientras que para Brizuela el desmenuzamiento de las herramientas del lenguaje es indispensable, "aunque las herramientas son siempre elegidas por el relato", algo parecido a Schweblin, quien utiliza la primera persona en su obra. En tanto que García Lao, enemiga de las planificaciones, consideró: "Escribir es como soñar, me gusta ser asaltada por las ideas".

Como un preciso ping pong, se sucedieron las intervenciones de los integrantes de la mesa, en una dinámica imprimida por Friera, que exprimió al máximo las opiniones de cada participante.

Posteriormente el título convocante fue "Géneros fronterizos. Innovaciones narrativas a partir de los recursos de la Web", un asunto que activó la participación del público, todos querían resolver esa intriga de cómo impactan en la literatura las nuevas tecnologías.

Un cocktel de emoticones y letras, de formatos diferentes y el grado de influencia de Internet para transformar la escritura y modificarla: "aplanarla" -señalaron algunos- "enriquecerla, renovarla", sostuvieron otros en un desarrollo, en el que se perfilaron dos bandos, bastante irreconciliables.

Y aunque no hubo una síntesis clarificadora, los participantes -Luciano Saracino, Carlos Busqued, Tálata Rodríguez, García Lao, Aletto y Schweblin- abrieron nuevos interrogantes o se pronunciaron de manera contundente con la pasión de un partido de fútbol.

Por último, anoche el homenaje a Adolfo Bioy Casares, cerró la primera tanda de mesas redondas, que constituyen el 'alma mater' del Pabellón Argentino de la FIL.

A lo largo de estos días, como un calidoscopio en el que cada particularidad de nuestra cultura va tomando un color definido, la Argentina como invitada de honor mostrará al público mexicano y de distintas partes de América Latina, la riqueza y diversidad de su cultura.

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