Por Silvia Hopenhayn | Para LA NACION
8.8.2014
¿Pero acaso quien sigue hablando, realmente ha muerto? ¿O subsiste en un limbo de la lengua, ubicado a cierta altura de la realidad?
En la literatura, la vida pasa por las palabras. Hay personajes que siguen hablando una vez muertos. Otros reclaman el derecho a la palabra cuando se les acaba la vida. ¿Pero acaso quien sigue hablando, realmente ha muerto? ¿O subsiste en un limbo de la lengua, ubicado a cierta altura de la realidad?
De vez en cuando algún escritor reaviva la palabra de estos rebeldes difuntos, en narraciones de apariencia desopilante, como la genial novela del clásico escritor brasileño del siglo XIX, Machado de Assis, Memorias póstumas de Blas Cubas. El título lo anticipa: se trata de memorias póstumas, una evocación después de la muerte (o desde allí) con la certeza de que lo vivido ya culminó. Y bienvenido sea el fin. El libro cuenta con una divertida dedicatoria: "Al gusano que royó primero las frías carnes de mi cadáver, dedico con recuerdo añorante estas memorias póstumas".
Para seguir en nuestro continente -no voy a reclutar a todos los muertos de la literatura-, pienso en los murmullos perpetuos de Pedro Páramo, la increíble novela de Juan Rulfo. ¡Qué incansable tumulto, como si a los habitantes de Comala, el hablar les devolviera la vida...!
Pienso en los murmullos perpetuos de Pedro Páramo, la increíble novela de Juan Rulfo
Y ahora llega Aurora. Tan alta en el cielo y cómo se hace escuchar. Es el nombre de la muerta protagonista de la nueva novela de Fernanda García Lao: Fuera de la Jaula, recién editada por Emecé. Mezcla de mujer invisible con zombie resentida -murió a causa de un elepé que se le incrustó en el cuello-, decide quedarse en su casa como testigo atónito de su disfuncional familia. Desde allí, en estado de voluptuosa codicia, Aurora nos asegura que la muerte viene con garantías. Van algunas de ellas, esparcidas en el libro:
"La muerte elimina el pasado", "La muerte no se acaba nunca, luego es infinita", "libera al cuerpo del incómodo peso de los órganos", "La muerte es pura insurrección, la vida patalea en el subsuelo y ya no importa". Y una más: "el humor es excelente entre los descendidos".
Aurora es el nombre de la muerta protagonista de la nueva novela de Fernanda García Lao: Fuera de la Jaula
Hay frases de García Lao que son de colección, golpes al corazón al estilo David Lynch, más tiernos que sórdidos (como los gemelos monstruosos de Aurora que no pueden el uno con el otro, ni con el discurso científico que al querer dividirlos, es como si los penetrara). Van algunas: "A Domingo le gusta lo que no existe, la realidad es demasiado rápida.", "El placer se parece mucho a una enfermedad mental.", "Veo la luna desaparecer y una soledad inmensa que inicia el camino contrario.", "Presente y pasado son de una mezquindad apabullante. No se pudo, no se puede. Lo que vendrá es sana ambición. Cultivemos el futuro."
O las extrañas y luminosas palabras de Lana: "Recuerdo el vacío, ese atrás sin dibujar."
Así como Aurora es una mezcla de tiempos, Lana es una combinación de materiales. Un ovillo irresuelto de fetiches: mujer máquina, muñeca inflable, autómata como Olimpia, réplica fatal. Los dobles se hacen un festín en esta novela; como si el otro de uno mismo pudiera ser su propio ex. Es una novela de ex: extravíos, expatriados, exuberantes, exagerados... todos extraños en el tren de la vida. Y el pasado... ¡es el gran Ex!
Fuera de la jaula es bella y demoledora. Sus páginas son bocados de carne ilusoria, no sabemos si este libro nos muerde o nos permite comérnoslo. Quizá lo podamos averiguar esta noche, en su presentación (Alamut Libros, Borges 1985, 20 hs).
(Para ir a La Nación, click en el título)
viernes, agosto 08, 2014
Fernanda García Lao: “Me interesa lo que el cuerpo le hace al lenguaje y viceversa”
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