En su nueva ficción, Fuera de la jaula, la mendocina Fernanda García Lao explora, con ayuda del humor negro, la realidad opresiva de unos personajes al borde del ridículo
LA NACION
Viernes 10 de octubre de 2014 | Publicado en edición impresa
Por José María Brindisi
Narrar desde el absurdo implica siempre un desplazamiento de sentido. Ese desplazamiento establece cada vez sus propios códigos, por lo que se da en distintos grados, más cerca o más lejos de lo real. La novela de la mendocina Fernanda García Lao, una de las voces más singulares de la literatura argentina de los últimos años, debe leerse entonces como una apuesta destemplada, aunque progresiva, respecto de ese extrañamiento.
Los elementos concretos o reconocibles sobre los que se estructura la historia son pocos pero rotundos: un coronel retirado, de nombre Domingo; su mujer Aurora, una ex actriz a la que aquél intenta metamorfosear en su obsesión, Lana Turner; un hijo deforme, bicéfalo, primero dos conciencias en una -Man y Fredo- para decantar en la síntesis "normalizadora" o simplemente previsible; un experimento articulado, creación del coronel, que intenta duplicar a la Turner -ícono sexual, pero también sentimental, de las décadas de 1940 y 1950- sin éxito hasta que es desplazado por una muñeca de carne y hueso. Y por último, al margen de cuatro o cinco personajes más o menos secundarios, tres fechas emblemáticas, o al menos imposibles de descontextualizar: los años 1956, 1975 y 1989. Pero más que hurgar en las claves históricas o dialogar con la carga alegórica que propicia, a partir de algunas de estas precisiones, la novela (de un modo tal vez algo vago), habría que hacer pie en su trasfondo social, de múltiples e incómodas resonancias. Porque si hay un hilo conductor que une a los personajes de Fuera de la jaula es su despersonalización, sus mil y una maneras de perderse en la insignificancia o en la bruma de su existencia. Cada uno de ellos corporiza un vacío, una ausencia; cada uno es un sucedáneo de otro, un doble, un reemplazo, alguien que está incompleto, como una falla o un negativo de lo que pudo ser.
Quizá por ello el núcleo dramático esté concentrado en Aurora, la mujer que muere en la primera escena -un disco se le clava en el cuello- y que luego observa y narra cómo la vida sigue sin que su falta modifique demasiado las cosas; y en su hijo, el monstruo de dos cabezas con personalidades antagónicas hasta que un hecho fortuito, más la colaboración benefactora de la ciencia, lo "salva" insertándolo en la normalidad. Aunque esta moraleja final resulte algo remanida, ambas perspectivas potencian los efectos opresores de una realidad que, aquí de la mano del humor negro, con frecuencia sólo puede ser explicada desde el ridículo.
En cuanto a lo formal, dos aspectos se tornan insoslayables en la novela. Por un lado, la fragmentación extrema, un modo categórico de transmitir la incomunicación entre los actores de la historia. Por otro, y aunque de vez en cuando se deje tentar por el chiste, el registro en el que trabaja García Lao es único, al menos entre sus contemporáneos, lejos del realismo delirante de Alberto Laiseca o la realidad trastornada de Sergio Bizzio. Si recuerda a alguien, en todo caso, quizá sea a Osvaldo Lamborghini, desde una prosa que recupera su carácter y, en consecuencia, por momentos también su brutalidad, si bien desde otra plataforma poética.
Con todo, y aun desde su coherencia interna, llega un momento en que el desmadre argumental se torna peligroso: cuando todo es posible, se sabe, el lector ya no espera nada y sólo le queda cruzarse de brazos, listo para que lo lleven de las narices. En ese riesgo, tal vez, Fuera de la jaula resigne parte de su contundencia.
Fuera de la jaula
Por Fernanda García Lao
Emecé
291 página
$ 149.
Para leer en La Nación, click en el título.
lunes, octubre 13, 2014
Fernanda García Lao: “Me interesa lo que el cuerpo le hace al lenguaje y viceversa”
Cultura Clarín Ines Hayes La narradora, poeta y directora escénica acaba de publicar nuevos cuentos en Teoría del tacto. Cuenta aquí que...
-
La realidad demanda improvisar, hay que moverse. Yo, que nada sé, celebro el evento con alegría, por imprevisto. Me veo sonreír, con una val...
-
Una piedra dos casas tres ruinas cuatro sepultureros un jardín flores un mapache una docena de ostras un limón un pan un rayo de s...
-
UNO No es igual irse a que te vayan. DOS Quién es esa que fui sino la que creo haber sido. Quién subió al avión el día de su cu...