domingo, agosto 24, 2014

Radiografía de la Patria: nada es lo que parece

Por Laura Giussani
24 de agosto de 2014
Muy Bueno El Programa, Radio Nacional

Fuera de la jaula.
Quizás sea la novela más perturbadora que leí en mi vida. Sacando aquellas que me partieron el bocho durante la adolescencia, claro.
“Fuera de la Jaula”, de Fernanda García Lao, es un libro difícil de afrontar pero muy fácil y entretenido de leer. Si tuviera que buscar algún adjetivo, diría que se trata de una novela original,inquietante, divertida, perversa, prostibularia, desfachatada, irreverente,satírica, filosófica. Y, sobre todo: rara, muy rara. Una rareza seductora.Imposible abandonarla.
Todos los personajes arrastran algún secreto, son dramáticos, cada cual a su modo. Absolutamente esperpénticos, como un chico con dos cabezas que provoca curiosidad, rechazo y ternura. Un Coronel, del cual solo sabemos eso: es un Coronel obsesionado por una mujer. Una ex bataclana, hija de exiliados españoles, que se casa con el Coronel y pasa sus días en el Comité. Nadie sabe de qué se trata el Comité.
Ficción pura. Nombres acordes al estilo: Aurora, Domingo, ManFredo, Yedra, Buda, Lana, solo el Contador tiene un nombre banal: Horacio. Y la psicóloga: Silvia.
Para darles una idea, les cuento el final: la protagonista se muere.
Ahí empieza la historia. Aurora muere en las primeras páginas, mientras canta el himno en el patio de su casa junto a su hijo con dos cabezas , degollada por un disco LP que aparece volando de la nada. Muere pero no pierde la conciencia. Asiste a su entierro y a los cambios que se producen en la familia.
La narradora y protagonista es una muerta, Aurora, que por esta vez no está alta en el cielo, es un ser intangible que merodea su casa.
Un aquelarre del principio al fin. “Lo real me produce cierto rechazo metafísico” dice uno de los personajes. Y seguramente algo así le pasa a Fernanda, por eso se ampara en la ficción al mil por mil.
Un relato en donde se entreveran el sexo y los himnos patrios con los muertos que no lo son. Vaya una frase de ejemplo: “El doble pubis patrio me produjo una molestia revolucionaria”.
Esta novela es un verdadero esperpento, en sentido literal: «Esperpento: Género literario creado por Ramón del Valle-Inclán. En el que se deforma sistemáticamente la realidad, recargando sus rasgos grotescos y absurdos, a la vez que se degradan los valores literarios consagrados; para ello se dignifica artísticamente un lenguaje coloquial y desgarrado, en el que abundan expresiones cínicas y jergales». Tal cual.
Fernanda García Lao eligió un formato de “culebrón punk” para hacer una descripción despiadada de la historia del país. Aprovecha la demencia de sus personajes para soltar frases reveladoras. “Enferma de toda realidad, nada me queda bien. Me falta el cuerpo, ¿o es falta de memoria?Antes era una niña tórrida. Ahora, una mujer fallida. Una muertita a medias, ni cruda ni cocida”.
Solo le falta tener a Segismundo encerrado en el altillo al grito de: Ay mísero de mí, ay infelice. Apurad cielos pretendo ya que me tratais así, qué delito cometí entre vosotros naciendo?”. Frase que bien podría caberle a Manfredo, el hijo de Aurora que se va transformando una y otra vez.
Alegoría de una patria perdida, plagada de banderas e himnos, con hijos en busca de identidad, coroneles perversos, mujeres cómplices, muertos que no lo son.

A esta altura la pregunta es: ¿de dónde salió esta autora? ¿Quién es Fernanda García Lao?
Primera sorpresa: En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara de 2011 la distinguieron como “uno de los secretos mejor guardados de la literatura latinoamericana». Por entonces ya había publicado 4 novelas: Muerta de hambre, La perfecta otra cosa, La piel Dura y Vagabundas. En 2013 publicó Cómo usar un cuchillo volumen de relatos y cuentos.
Formó parte de la delegación argentina al Salón del Libro de París, junto con Selva Almada, de quien ya hablamos, y varios escritores jóvenes más.
Hija del periodista mendocino Ambrosio García Lao, se exilió a los diez años, junto a sus padres y hermanas, en Madrid, donde vivió desde 1976 hasta 1993. Estudió piano, danza clásica, actuación y periodismo.A su regreso a Buenos Aires, se formó como actriz con Norman Briski y Ricardo Bartís y como dramaturga con Mauricio Kartun.
Su padre murió en Madrid cuando ella tenía 16 años. Fue una fisura. Después se volvió punk y dark y chica mala.El primer intento de regreso a sus pagos natales fue en 1986.“Cuando volví de Madrid a Mendoza no tenía ganas de estar, no me podía relacionar, era demasiado punk, demasiado oscura, no encajaba. Un poco así fue el primer personaje que escribí”. Así que después de sentirse excéntrica un tiempo, se volvió a Madrid.
Hija de una española y un argentino,dice que llegó al mundo con esa impronta del ‘no lugar’. Sus padres, además, se conocieron en el Atlántico, en un barco. “De ahí en más, el rumbo ha sido incierto.”
En el 93 se instaló definitivamente en Buenos Aires. Cuando España ya no era la España de su adolescencia, Almodovar andaba por Hollywood, y Buenos Aires la encantaba con su variedad de opciones y estilos.
Hoy ya no es solo una promesa de la literatura nacional. Ya se la reconoce como una gran escritora que invito a que descubran y se asombren como lo hice yo.

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