"Una persona puede tener mucha inteligencia general, un gran conocimiento de un dominio específico y las habilidades necesarias para ser creativo, y no poder serlo. Necesita entonces un componente extra: la habilidad para desarrollar soluciones alternativas o un pensamiento divergente. Esto puede tener una base genética, pero definitivamente el factor sociocultural juega un rol esencial, pues el acceso a experiencias de distinta naturaleza va remodelando las conexiones neuroanatómicas necesarias para generar las soluciones innovadoras que resultan de este pensamiento divergente", explica Ezequiel Gleichgerrcht, especialista en biología y neurociencias.
Según Anne Dietrich, investigadora de la American University en el Líbano, existen dos tipos de creatividad: la deliberada, que se pone en marcha activando circuitos de memoria grabados en el cerebro y manejados por la conciencia racional; y la espontánea, que activa circuitos de la corteza prefrontal ligados al sistema límbico (la red de centros cerebrales más primitivos, en términos evolutivos, vinculados a los sentimientos y al placer-displacer, entre otras cosas). La creatividad espontánea, entonces, no solo es fruto de ideas conscientes sino también de emociones no conscientes.
En cualquier caso, podría decirse que para ser muy creativo hay que ser un poco border : percibir la realidad en tonos diferentes del resto de las personas, ser capaz de asociar ideas y recuerdos incongruentes, rebelarse ante las normas establecidas y encontrar nuevas soluciones a lo aparentemente irresoluble son signos de creatividad con mayúsculas. La delgada línea que divide a los creativos de los locos todavía no se dibuja en los manuales de psiquiatría.
La nota completa de Alejandra Folgarait para La Nación, acá:
Imagen: Claude Cahun
ahora entiendo todos mis problemas...
ResponderBorrarbeso
muy interesante, como always.
Me gusta pensar que mi locura sirve. Adoro la de los demás.
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