Juan Carlos Borbón, el cazador, no surge de la nada por generación espontánea: brota de lo más corrupto e inmoral de España. Es la herencia infame que les ha dejado Franco a los españoles después de haber arrasado con su cultura. Tres hijos oficiales y reales tiene Juan Carlos: dos infantas y un principito, casados todos y en pleno delirio reproductor. El principito anda ya por los cuarenta y se ha convertido en un principote alto y largo como una cañabrava que mandan a las tomas de posesión de cuanto presidentucho de América no alcanza a merecer rey (como Uribe) para que se destaque entre los invitados y los aborígenes por su gran altura moral. Lee bien los discursos que le escriben, a diferencia de su papá que será muy bueno para la escopeta y la rapacería pero que nos ha resultado a los de la raza hispánica bastante torpe de lengua así lo pongan a presidir los congresos de Academias de la susodicha, como el que viene a inaugurar en Medellín, la ciudad de las orquídeas en el país de los doctores (donde se le dice "doctor" a cualquier hijueputa).
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